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2023 Jun EL JICOTE. Suplantaron al Presidente. Edmundo González Llaca

Firma como: ”Lópezoobradorista arrepentida”. Me pregunta: “¿Es el Presidente, por quien voté en el 18, un inmoral, un amoral, un cínico o las tres cosas?”. Respondo. El secreto de la verdad, decía Sócrates, está en la palabra; desmenucemos la primera duda de la amable lectora. Para el inmoral existe el mal y el bien, pero prefiere el mal; para el amoral no existe el mal ni el bien, todo le da igual, mientras triunfe; para el cínico existen el bien y el mal, pero lo importante es liberarse de la preocupación de distinguirlos. “No le gustan estos principios, no se preocupe, tengo otros”. El inmoral está expuesto a que en algún momento lo acose la conciencia de culpa; el amoral no tarda en ser descubierto, pues lo delata su falta de escrúpulos.

El cínico diluye la dicotomía entre el bien y el mal, A la buena voluntad del comportamiento ético, el cinismo opone el desencanto, la perfidia de la banalidad; el espíritu irónico y zumbón. Su capacidad de seducción es indiscutible. La ”Lópezoobradorista arrepentida” agrega el texto de un discurso del Presidente, que ya había visto y escuchado en las redes sociales, pero que me negaba a creer, pensaba que era fake. Una recomendación al lector, no se vaya reír o cuide que no le dé retortijón de indignación. López Obrador aparece pronunciando el discurso que transcribe la lectora. Afirma el Ejecutivo:

“Ofrecí a Ustedes, señoras y señores magistrados, así como al resto del poder judicial, a los legisladores y a todos los integrantes de las autoridades autónomas del Estado, que no habré de entrometerme de manera alguna en las resoluciones que únicamente a ustedes competen. En el nuevo gobierno el Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes. Ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegitimas, cuando esté trabajando en el análisis, elaboración, o ejecución de sus dictámenes y habrá absoluto respeto por sus veredictos. El Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará someter a otros poderes”.

Estoy anonadado. Es el mismo Presidente que afirmaba que no se entrometería en las decisiones que solamente le competente a la Suprema Corte ¿Pero es el mismo que ahora dice que la Suprema Corte ha violado la Constitución y transgredido al Poder Legislativo? Es el mismo Presidente que afirmaba que no tendría palomas mensajeras ni halcones amenazantes, y que ni ninguna autoridad encargada de impartir justicia sería objeto de presiones ni de peticiones ilegitimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración, o ejecución de sus dictámenes ¿Pero es el mismo presidente que ahora aplaude a quienes realizan un plantón acosador afuera del edificio del Corte y llevan ataúdes con el nombre de la Presidenta Ministra?

Es el mismo Presidente que decía que habría absoluto respeto por sus veredictos y que el ejecutivo no sería más el poder de los poderes ni buscará someter a otros poderes ¿Pero es el mismo que ahora los acusa a los ministros de corruptos, conservadores que le quieren dar un golpe de Estado?.

 

No puedo creerlo, me cambiaron al Presidente. Lo suplantaron con el imitador “La chimoltrufia de Macuspana”, que lo mismo dice una cosa que dice otra. Imagino al Presidente amarrado y amordazado, en una mazmorra de Palacio Nacional, tratando de desatarse. Lo logra, sale corriendo a la mañanera a desmontar la suplantación de la que ha sido objeto. Aclara esa avalancha de incongruencias. El país respira tranquilo. No está mal de la azotea.

Por en el remoto caso que no sea así que, efectivamente, dijo lo que dijo, sigamos con nuestra reflexión. El cínico opone a los valores abstractos de división de poderes y justicia, capacidad técnica, división de poderes e imparcialidad, a valores concretos y gozos; que sea la gente quien elija a los ministros. El cínico convence que la capacidad técnica y la imparcialidad, son cuestiones retrógradas, sin importancia, al fin y al cabo el pueblo es bueno y sabio.

El cinismo es el más bajo estadio de la actitud moral. El cínico ha pasado de la desconfianza a los valores, al escepticismo; a la pérdida de la brújula ética, a la aniquilación de la vergüenza. Todo se suma para finalmente rematar en el descaro. La palabra de presentación en sociedad del cínico es: “Me vale…”. Bajo esta perspectiva personal racionaliza sus faltas al grado de gozarlas y presumirlas. Si no recibe apoyo de los demás cínicos y lacayos, se aplaude a sí mismo.

Termino el artículo y lo leo. Dudo del texto que transcribió la lectora en su carta, no es posible esta declaración presidencial. No hay una contradicción de matiz entre lo dicho antes y lo declarado contra la Corte y los órganos autónomos. Es una especie de pasteurización política; la negación absoluta a los compromisos previos. Busco su discurso en las redes sociales. Lo encuentro. Sí, es él, no lo suplantaron, no es posible tal grado de desprecio a la inteligencia y a la memoria de la gente. Lo veo, está como poseído. Otra explicación es que ha hablado todavía víctima de su “váguido, entonces que acepte que su desmayo que ya no es transitorio. Que alguien lo despierte. Por eso dice tanta babosada en la que se niega a sí mismo y nos hace dudar de su salud mental.