2023 Sep 4 El SARS-CoV-2: ¿arma de la guerra biológica? Carlos Fazio /I
Hay diferentes formas de guerra: convencional; irregular; encubierta; sicológica; de baja intensidad; asimétrica o de cuarta generación; de espectro completo; económica; cultural; mediática; electrónica; cibernética; climática; contra las drogas o contra el terrorismo, y biológica.
La guerra biológica implica el uso de cualquier patógeno, virus, bacteria, parásito, hongo u otro organismo biológico que afecta la salud pública y/o el sistema ecológico como arma de guerra. Comprende el uso de armas químicas, como tóxicos o toxinas vivientes. El objetivo es matar, enfermar y/o discapacitar personas, una comunidad, un pueblo, una región o un país entero. El uso de bacterias o virus con el fin de militarizar enfermedades de origen natural, como el ántrax, el botulismo, la peste, la viruela, fiebres hemorrágicas o el ébola se utiliza para generar bajas en el enemigo y/o diezmar o generar pánico y terror en la población. Los agentes biológicos se dispersan en el aire, lanzados desde aviones, bombas o misiles, causando enfermedades en las personas, animales o flora que los inhale o sean rociados con ellos; o pueden ser diseminados de manera intencional, a partir de grandes cantidades de insectos, plumas, hojas de árboles o granos de maíz, portadores de patógenos que enferman al ser humano, a los animales y las plantas. Se trata de un vector que proyecta, disemina o dispersa un agente biológico, lo que se conoce como bioarmas. Su uso indiscriminado puede constituir un arma de destrucción masiva y se considera terrorismo: bioterrorismo.
Junto con el gas mostaza, uno de los ejemplos más conocidos del uso de esa técnica de combate con armas químicas es el agente naranja, dioxina que contiene herbicidas y defoliantes mezclados con combustible para aviones, y que, fabricada por Dow Chemical y Monsanto para el Pentágono, fue utilizada por el Ejército de EU durante la guerra de Vietnam (y también en Laos y Camboya). Otro químico utilizado por EU durante la Operación Ranch Hand en Vietnam (y antes en Japón y Corea), fue el napalm, gel combustible que arde más que la gasolina y, cuando se adhiere a la piel, el cabello y la ropa, provoca quemaduras graves, dolor intenso, pérdida del conocimiento, asfixia y a menudo la muerte. Estados Unidos arrojó 6 millones 700 mil toneladas de explosivos en la guerra de Vietnam con saldo de 3 millones de víctimas y 500 mil niños que nacieron con malformaciones congénitas.
Después de la derrota militar, política y diplomática de la invasión mercenaria en bahía de Cochinos −que culminó en Playa Girón el 19 de abril de 1961−, los hermanos Kennedy lanzaron un programa subversivo integral contra Cuba conocido por el nombre clave de las operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como Operación Mangosta, que junto con la guerra económica (bloqueo, sanciones), el sabotaje, el terrorismo, el magnicidio, el ataque radial y la instigación a la emigración ilegal, incluyó la agresión biológica a través de la diseminación del virus de la fiebre porcina africana, dengue, conjuntivitis hemorrágica, la roya de la caña de azúcar y del café, el moho azul del tabaco, brucelosis del ganado, bronquitis infecciosa de aves de corral, disentería, entre otras, con pérdida de vidas humanas y afectación a los cultivos y animales de más amplio consumo popular. Otro químico conocido como arma biológica es el ántrax, usado incluso dentro de EU días después del 11 de septiembre de 2001, para promover una campaña de terror en la población e imponer la Ley Patriótica: esporas de ántrax fueron enviadas por correo a funcionarios del gobierno y medios de comunicación, causando cinco muertes y 22 enfermados.
Durante siglos las operaciones sicológicas ( psyop) han formado parte fundamental de las acciones de guerra. Según el diccionario oficial de términos militares del Pentágono, la guerra sicológica es el uso planificado de medidas propagandísticas por la nación en tiempos de guerra o en estado de emergencia declarado, medidas destinadas para influir en las opiniones, emociones, actitudes y conducta de los grupos extranjeros, enemigos, neutrales o amigos, a fin de apoyar la realización de la política y los objetivos nacionales. Otro objetivo es crear situaciones políticas y sicológicas llamadas a provocar formas deseables de conducta de la población, grupos concretos y hasta de los gobernantes de otro país.
En general, la creación y uso de un acontecimiento como núcleo de una operación futura, utiliza tres tipos de propaganda: blanca, gris o negra. La propaganda blanca se difunde de manera abierta y se reconoce porque la fuente o el emisor no oculta su identidad: por ejemplo, la Agencia Informativa de Estados Unidos (USIA), la Voz de América (VOA) o las agencias noticiosas Associated Press (AP) y United Press International (UPI). La propaganda gris es anónima, y la negra –la más utilizada en las operaciones clandestinas, elaborada con base en mentiras, algunas verdades y verdades a medias−, aduce otra fuente y no la verdadera; esconde su origen detrás de nombres ficticios o bien, material falso se atribuye a fuentes reales.
El 1º de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre una nueva oleada de SARS-CoV-2 e instó al mundo a prepararse para una pandemia más letal que la del covid-19. Cuatro días antes, el Consejo de Seguridad de Rusia había confirmado que EU desarrolla armas biológicas contra etnias específicas, luego de que el jefe de Defensa Biológica rusa, Igor Kirílov, denunció que el Pentágono se está preparando para una nueva pandemia −estudiando agentes potenciales de armas biológicas como el ántrax, la tularemia y el virus corona, así como patógenos de infecciones económicamente significativas, como la gripe aviar y la peste porcina africana−, igual que en 2019. No descartó el uso de las llamadas tecnologías defensivas por parte de EU con fines ofensivos y de control global, mediante la provocación de situaciones críticas de índole biológica.
¿Es la OMS instrumento de una psyop del Pentágono para la fabricación social del miedo y/o un actor estratégico para la instauración del totalitarismo biosecuritario en ciernes?
El SARS-CoV-2: ¿arma de la guerra biológica? Carlos Fazio /II
Lunes 18 de septiembre de 2023
Los agentes biológicos pueden ser usados como armas para ocasionar daños a la población mundial en circunstancias de guerra biológica y ataques bioterroristas. De manera potencial se considera el arma más destructiva conocida por la humanidad, pues los agentes se encuentran en la naturaleza y es difícil diferenciar los brotes de enfermedades naturales de un posible ataque con armas biológicas.
En un contexto global signado por la nueva fase de la guerra proxy en Ucrania tras el fracaso de la contraofensiva de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en el territorio de ese país europeo y del larvado tránsito hacia un mundo multipolar desdolarizado, ante el riesgo del uso de armas biológicas cabe analizar la estrecha conexión entre el Departamento de Defensa de EU (en particular las actividades del Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército, en Fort Detrick, Maryland) con las corporaciones de la industria farmacéutica ( Big Pharma), la ideología del actual liderazgo político estadunidense (con eje en el clan Biden y las principales figuras del Partido Demócrata) y fundaciones como las de los oligarcas Bill Gates, George Soros y Michael Bloomberg e instituciones académicas (como la Universidad Johns Hopkins y la organización EcoHealth Alliance), que bajo el paraguas de legitimidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus satélites público-privados y de la Agencia Internacional para el Desarrollo de EU (USAID), podrían servir de tapadera para próximos ataques con armas biológicas diseñadas por el Pentágono para afectar a poblaciones de Eurasia, a partir de biolaboratorios clandestinos instalados en terceros países cerca de las fronteras de sus adversarios geopolíticos (Rusia, Irán, China y Corea del Norte).
Los proyectos del área militar de EU están dirigidos a estudiar principalmente agentes potenciales para construir armas biológicas (ántrax, tularemia, coronavirus), así como patógenos para infecciones con significación económica (gripe aviar, fiebre porcina africana). Y como denunciara Rusia ante el Consejo de Seguridad de la ONU en varias ocasiones tras el inicio de la Operación Militar Especial en Ucrania, existe una tendencia clara: los patógenos que caen dentro del área de interés del Pentágono –como covid-19, gripe aviar, fiebre porcina− luego se convierten en pandemias y las farmacéuticas de EU (Pfizer, Johnson & Johnson, Merck & Co, Abbott et al.) y sus tentáculos políticos (por ejemplo, el presidente Joe Biden y su hijo Hunter, y Christopher Heinz, hijo político del ex secretario de Estado John Kerry) se vuelven beneficiarios.
La simulación de pandemias, con sus recetas de estados de emergencia sanitarios y el confinamiento ( lockdown) de millones de personas en el orbe, se ejecutan mediante operaciones de shock and awe ( Doctrina del shock, Naomi Klein), con las que los poderes fácticos determinan e imponen medidas políticas, financieras y de seguridad que expanden su control mundial. Recordemos que el director general de la OMS, Tedros A. Ghebreyesus, decretó el 11 de marzo de 2020 la denominada pandemia del coronavirus, cuando el saldo de muertos sobre una población mundial de unos 7 mil 800 millones se elevaba a 4 mil 292 personas (mil 320 fuera de China), lo que derivó en algunos países en un virtual estado de bioseguridad de tipo policial/militar de excepción, con suspensión de garantías individuales y diferentes grados de intensidad punitiva, con la consiguiente aplicación de draconianas cuarentenas con vigilancia activa para, según diversas autoridades, intentar evitar el contagio. Lo que también desató una carrera para la fabricación y distribución de las vacunas.
Ello nos lleva a la conexión entre las compañías fabricantes de vacunas y el centro de investigación sobre guerra biológica del Ejército de EU en Fort Detrick. Según una investigación periodística de Whitney Webb (Una historia de miedo, influencias y control en el mundo de las vacunas, 2020), a comienzos de los años 90 desaparecieron varias muestras de ántrax, ébola, hantavirus y una variable de sida del Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas en Fort Detrick. Un estudio interno del ejército reveló que el teniente coronel Philip Zack había sido captado por una cámara entrando secretamente al laboratorio para realizar investigaciones no autorizadas, aparentemente relacionadas con el ántrax. Ese laboratorio fue identificado como la fuente de las esporas responsables de los ataques con ántrax de 2001 que mataron a cinco personas y enfermaron a 17 en EU, que sirvieron para imponer la Ley Patriótica mientras se acusaba falsamente a Saddam Hussein de poseer armas de destrucción masiva, motivo esgrimido para invadir Irak. Ese laboratorio de Fort Detrick fue cerrado en julio de 2019 por el Centro de Control de Enfermedades de EU, por numerosas infracciones de los protocolos de seguridad biológica, pero por presión del Pentágono fue reabierto de manera parcial en noviembre siguiente.
Es público que Fort Detrick ha colaborado de manera estrecha con virólogos y laboratorios de Wuhan, China, donde surgió el primer epicentro de casos de covid-19. Un diplomático chino alegó entonces de manera no oficial, que el virus había sido llevado a China por una delegación de 300 soldados de EU que asistieron a los Juegos Militares Mundiales en Wuhan, en octubre de 2019.
Parece simple coincidencia que el ejercicio de guerra Invierno Oscuro de junio de 2001, con eje en supuestas amenazas bioterroristas y ataques con ántrax de Osama Bin Laden y Saddam Hussein en los días posteriores al 11 de septiembre (difundidas por voceros del gobierno de George Bush Jr. tras el derribo de las Torres Gemelas), predijo aspectos de la respuesta sanitaria/militar del gobierno de Donald Trump al virus chino, curiosamente antecedido, el 18 de octubre de 2019, por el ejercicio de simulación pandémico Evento 2001, organizado por el Centro para la Seguridad de la Salud adscrito a la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, el Foro Económico Mundial y la fundación del oligarca Bill Gates, con el patrocinio de la Agencia Central de Inteligencia y la compañía de información financiera Bloomberg.
El SARSCoV- 2: ¿arma de la guerra biológica? Carlos Fazio / III
02 de octubre de 2023
El paralelismo entre los estudios relacionados con ántrax en el centro de investigación sobre guerra biológica del ejército de Estados Unidos en Fort Detrick a comienzos del siglo XXI (utilizado para sembrar miedo y facilitar la imposición de la autoritaria Acta Patriótica después de los atentados terroristas del 11 de septiembre) y el ejercicio de simulación de una pandemia de coronavirus del Evento 201, copatrocinado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Universidad Johns Hopkins, el Foro Económico Mundial de Davos, el magnate Bill Gates y la agencia Bloomberg y que anticipó la “pandemia” de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de marzo de 2020, exhibe un dato común: a partir de campañas de saturación mediática de la prensa hegemónica, al igual que el 11/S, el virus corona contribuyó a crear una atmósfera de histeria, pánico y paranoia, dirigida a generar la obediencia total y la conformidad social urbi et orbi.
En ese contexto, y como parte de sus planes estratégicos para el establecimiento de un control biológico global, cabe consignar que el 21 de julio de 2023 se dio a conocer que Washington creó la Oficina de Política de Preparación y Respuesta a Pandemias, encabezada por el general retirado de la Fuerza Aérea y director principal de seguridad y biodefensa del Consejo de Seguridad Nacional, Paul Friedrichs. Y que como se señaló en las entregas anteriores, cada vez que el Pentágono y la CIA muestran interés en patógenos como el ántrax, la gripe aviar o el coronavirus, éstos se convierten después en pandémicos.
El pasado 16 de agosto el gobierno de la Federación Rusa publicó un informe sobre la actividad biomilitar de EU, donde como resultado de los documentos que cayeron en poder del ejército ruso en la Operación Militar Especial (OME) en curso en Ucrania, se sugiere que el desarrollo de la pandemia de 2020-21 “plantea preguntas sobre la naturaleza posiblemente intencional del covid-19 y el involucramiento de EU en el incidente”. El siguiente paso de EU, dice el informe del jefe de las tropas de protección biológica, química y nuclear de las fuerzas armadas rusas, teniente general Igor Kirillov, fue la creación de la oficina del general Friedrichs. Agrega que el instituto sobre enfermedades infecciosas de Fort Detrick, dirigido por el coronel Constance Jenkins, jugará un rol de dirección en el programa de guerra biomédica del Pentágono.
Documentos obtenidos durante la OME en Ucrania muestran que la institución está involucrada de manera directa en la recolección de patógenos peligrosos en el mundo (Sudamérica, África, Transcaucasia y el sudeste asiático), así como en la implementación de programas de doble uso ordenados por la Agencia de Defensa para la Reducción de Amenazas del Departamento de Defensa (DTRA) de EU. En abril de 2021, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Pátrushev, ya había advertido que los biolaboratorios de EU se instalaban “por una extraña coincidencia”, cerca de las fronteras de Rusia y China, y se había detectado “brotes de enfermedades no típicas de esas regiones en áreas adyacentes”. Y agregaba: “Nos dicen que estaciones sanitarias y epidemiológicas pacíficas operan cerca de nuestras fronteras, pero por alguna razón recuerdan más a Fort Detrick, en Maryland, donde EU ha estado trabajando en el campo de la biología militar durante décadas”.
Washington aceptó públicamente que “dirige” 336 biolaboratorios en 30 países. Pero los contratos hallados por el ejército ruso en Ucrania sugieren que firmó contratos similares con 49 países. A su vez, la subsecretaria de Estado de EU, Victoria, “fuck Europe!”, Nuland, admitió ante la comisión de Relaciones Exteriores del Senado de EU, la implicación de su gobierno en las investigaciones biológicas en Ucrania, “tan peligrosas que Washington temía que ese material biológico llegara a caer en manos de las fuerzas rusas”.
A partir de 2016, Ucrania realizó investigaciones sobre armas biológicas en los biolaboratorios construidos por la DTRA. Rosemont Seneca Technology Partners (RSTP), filial de Rosemont Capital, fundada en 2009 por Hunter Biden −hijo del presidente de EU Joe Biden−, y por Christopher Heinz −hijo político del ex secretario de Estado John Kerry−, servía de enlace entre el Pentágono y el Ministerio de Sanidad de Ucrania. Los “experimentos” eran realizados a pedido del Centro Nacional de Inteligencia Médica de EU a través de la DTRA y de la compañía de Biden y Kerry junior, RSTP. Los resultados de las investigaciones se enviaban a los biolaboratorios militares de Fort Detrick. Ergo, no es posible desconocer las implicancias del clan Biden en la trama de los biolaboratorios.
El informe Revisión de la postura de biodefensa, hecho público por el Pentágono el 17 de agosto, afirma que EU enfrenta una “aguda amenaza” de adversarios extranje ros definidos como “no cooperativos”, “hostiles” o “inflexibles”, que presuntamente están desarrollando programas avanzados de armas biológicas. Al respecto, Scott Bennett, ex oficial de operaciones sicológicas del Ejército y ex analista antiterrorista del Departamento de Estado, señaló que EU intenta obtener una “licencia” para seguir desarrollando armas biológicas dirigidas a explotar vulnerabilidades genéticas y de ADN específicas de personas de ascendencia eslava, asiática y persa-hindú en laboratorios estratégicos en países que rodean a Rusia, China, Irán, India y Corea del Norte.
Con base en el informe del Departamento de Defensa, Bennett no descarta que la administración Biden y sus “manipuladores” pudieran desencadenar un “evento de bandera falsa” dentro de EU en forma de arma biológica o bomba sucia, para generar miedo y caos necesarios para imponer la ley marcial y controlar a la población. Afirma que Biden necesita una guerra para distraer a la opinión pública de la autoimplosión del armamentismo del dólar (como moneda fiduciaria del imperio), las sanciones económicas y el intervencionismo militar. Dice: “Necesita generar un enemigo y nada mejor que un arma biológica invisible”. Y según él, el informe prepara la siguiente fase, que es culpar a un adversario externo por la caja de pandora que EU creó.
Tomado de: La Jornada