2023 Oct 17 Colapso de la inteligencia. Gilberto Guevara Niebla.
“La sociedad, decía Emilio Durkheim, sólo puede sobrevivir si existe entre sus miembros un grado suficiente de homogeneidad. La educación perpetúa y refuerza esa homogeneidad fijando en la mente del niño, desde el principio, las similitudes esenciales que demanda la sociedad”.
En realidad, la educación es el más importante medio que la sociedad tiene para fortalecer el pacto social. Hablo de la educación básica, que se ofrece a todos los niños y adolescentes, que asegura que las distintas cohortes de alumnos tengan el mismo o similar bagaje cultural y con ello se refuerce la cohesión social y la democracia
En la reforma educativa reciente esos objetivos no se cumplen y el no cumplirlos fue una intención deliberada de sus autores. Ellos utilizan un argumento para impugnarlos: su oposición a la modernidad. Según ellos, la nación es un invento de las potencias imperiales para suprimir la diversidad étnica y mantener el orden colonial; por tanto, la educación debe actuar en sentido contrario: debe recuperar la diversidad cultural que existía antes de la llegada de los europeos objetivo que se va a lograr orientando la educación básica, no hacia la nación, sino hacia la comunidad local.
Desde 1945 la educación básica se guio por una filosofía liberal y humanista que concibió Jaime Torres Bodet. Esa filosofía se propuso vigorizar el nacionalismo (la unidad nacional) y formar ciudadanos libres y fuertes mediante el desarrollo de todas sus facultades: intelectuales, físicas, éticas y estéticas.
La facultad intelectual, el desarrollo de la inteligencia, desempeña, como sabemos, el papel ordenador del desarrollo del ser humano. Esta facultad materializó en un currículum por asignaturas. La idea de Torres Bodet era formar ciudadanos inteligentes e ilustrados, ciudadanos dotados de una cultura básica, con autonomía moral, con conocimiento de su país y con pensamiento crítico. Es decir, armados de conocimiento y destrezas para impulsar la democracia y el progreso de la nación.
(Ese ideal sólo se alcanzó parcialmente. La falta de recursos financieros, los factores estructurales --gestión burocrática, control gremial corporativo-- y graves errores de liderazgo en el sector, desembocaron en un desarrollo educativo desigual, al punto de que el sistema educativo se segmentó en estratos de escuelas con distinta calidad dependiendo en gran parte del contexto social).
La primera acción de los autores de los libros de texto de 2023 fue condenar categóricamente la tradición educativa fundada por Torres Bodet. Esa educación, dijeron, era neo-liberal, autoritaria, patriarcal, machista, meritocrática, punitiva, racista, competencial, eurocéntrica, colonial, etc.
(Estos vituperios, desde luego, son injustos y moralmente, inaceptables. Son una falta de respeto. Constituyen ofensas gratuitas para una obra educativa que fue edificada con esfuerzos y sacrificios por decenas de generaciones de maestros mexicanos; no se puede descalificar tan fácilmente un esfuerzo institucional sin el cual sería inexplicable el México moderno).
El proyecto educativo 2023 propuso una educación anti-nacional, anti-moderna que se propone educar los jóvenes no para la unidad y cohesión nacional, sino para el conocimiento y solución de problemas menores de las localidades en que está ubicadas las escuelas. Lo primero que hizo fue eliminar las asignaturas del currículum y adoptar, en su lugar el método de proyectos que floreció en Estados Unidos a principios del siglo XX dentro de un movimiento de orientación utilitarista, de sentido anti-intelectual y que tuvo efectos desastrosos. Esta educación, a la vez, utilitaria y comunitaria se edulcora en los libros con elementos culturales de las tradiciones, leyendas, mitos, festividades, artesanías, etc. pertenecientes a las diversas comunidades indígenas mexicanas.
Un resultado, entre otros, de este plan será el colapso de la educación intelectual. El alumno no recibe educación cognitiva sistemática y tiene poco, o nulo, contacto con el conocimiento. En los primeros grados no se enseña --como esperamos todos-- lectura, escritura y aritmética y en cambio los pequeños se ocupan de realizar los proyectos que constituyen una serie de actividades para solucionar un problema (menor) de la comunidad local.
Es previsible, por tanto, que este cambio tenga como consecuencia un derrumbe generalizado de los aprendizajes. Faltaría que el gobierno federal actual, o el siguiente, acepten realizar una evaluación nacional de aprendizajes.
Tomado de: Crónica