2024 Ene 27 Corporaciones criminales trasnacionales. Raúl Romero.
Entre los profundos cambios que han tenido lugar en el mundo en los últimos 50 años, destaca la predominancia del crimen organizado en la economía mundial. El crimen organizado transnacional es un negocio que articula diferentes empresas e involucra a distintos actores legales e ilegales de variados países. Es un conglomerado que envuelve a banqueros, políticos, aduanas, fabricantes de armas, industrias culturales, traficantes de drogas y de personas, transportistas, grupos armados y un largo etcétera.
El dinero que estos negocios genera circula por todo el mundo y es parte de la dinámica económica desde lo local hasta lo global. De acuerdo con Global Financial Integrity, en 2017 el crimen transnacional generaba anualmente entre 1.6 y 2.2 billones de dólares, teniendo entre sus negocios más redituables la falsificación y el tráfico de drogas. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el crimen organizado trasnacional “incluye virtualmente a todas las actividades criminales serias con fines de lucro y que tienen implicaciones internacionales”. Estas actividades están relacionadas con al menos 23 delitos.
El crimen organizado transnacional refuerza a la economía global y a la élite político-económica mundial al facilitar los procesos de despojo, circulación y acumulación de capital, pero también al generar nuevos instrumentos de control, dominación, desplazamiento y eliminación de poblaciones. Los grupos armados del crimen organizado son apenas una parte de estas corporaciones, son los ejércitos ilegales que con violencia posibilitan el despojo y la acumulación de capital, tarea complementaria a las que realizan otras fuerzas “legales”.
Rastrear la historia de las corporaciones criminales es importante para entender cómo, dónde y por qué surgieron, y cómo es que cobraron tanta fuerza. Su antecedente más cercano son las mafias, con formas de organización “artesanales”, agrupados de forma gremial, compuestos principalmente por familias y redes de familias que compartían una misma identidad étnica, nacional o religiosa. Sus territorialidades estaban limitadas. Con el neoliberalismo, la apertura de fronteras para las mercancías y la financiarización de la economía, las mafias fueron encontrando nuevos nichos de negocio.
Amparadas siempre por grupos “legales” de poder económico y político, nacionales e internacionales, las mafias crecieron territorialmente y fueron accediendo a otros negocios. Se vieron en la necesidad de establecer alianzas con otras mafias con el objetivo de enfrentar a otros grupos criminales, de incrementar su zona de influencia, de comprar o vender sus mercancías o acceder a otras redes que les proporcionaban impunidad y seguridad. Las articulaciones nacionales e internacionales de las mafias fueron evolucionando, siempre de acuerdo con las exigencias del mercado, hasta convertirse en las corporaciones trasnacionales criminales que hoy conocemos. Estas corporaciones lograron tejer una compleja red de alcance global capaz de mantener operaciones en diferentes países, sin importar las orientaciones político-ideológicas de sus gobiernos.
Como las corporaciones más sofisticadas, las criminales se organizan en red, lo que les garantiza fluidez y flexibilidad. Si bien dentro de cada nodo la organización suele ser jerárquica, la comunicación entre distintos nodos suele ser más horizontal, respondiendo siempre a los intereses de la red, lo que no exime que sigan reproduciendo su carácter monopólico. Por eso de nada sirve cuando se detiene “al capo de la droga”, o cuando se juzga al “político coludido con el crimen organizado”, mucho menos cuando se multa al “banquero que blanqueó dinero”: la red seguirá intacta porque atacarla de raíz implicaría ir contra el propio sistema. El crimen organizado trasnacional no es una falla en el sistema, es una alternativa que el mismo sistema ha fortalecido para maximizar ganancias y emplear a los trabajadores desechables.
Las corporaciones criminales trasnacionales también han posibilitado el desarrollo de una élite que interactúa con el resto de las burguesías nacionales y trasnacionales, que rompe y modifica el tejido social. Todavía queda por indagar si el crimen organizado trasnacional modifica los estados y su aparato represivo y administrativo, generando un nuevo tipo de Estado, o en realidad lo muestra en su esencia más primigenia: el de la violencia organizada para el despojo.
Las corporaciones criminales transnacionales que han hecho de México uno de sus principales centros operativos, esas que venden drogas a Estados Unidos y le compran armas, esas que trafican ilegalmente con personas y que se han convertido en una suerte de extensión del Estado que cobra impuestos y cobra por “seguridad”, esas corporaciones se extienden desde hace tiempo por el centro y sur de América, y por gran parte del mundo. Ecuador fue escenario reciente de la capacidad de operación de dichas corporaciones, pero también operan con articulaciones locales en otros países.
Estudiar a las corporaciones criminales trasnacionales y su papel en la dinámica política y económica mundial, observando lo que sucedió y sucede en México, ayudará a entender parte de las amenazas que enfrentamos y a imaginar las salidas que debemos crear.
*Sociólogo
@RaulRomero_mx
Tomado de: La Jornada