2024 Mar 14 Elogio al pesimismo. Maruan Soto Antaki.
Las campañas electorales tienden a asomar destinos trágicos, frecuentes en gran parte de los políticos mexicanos y sus cercanías. Son futuros predecibles, añadidos a elementos de su naturaleza entre los que brillan la capacidad de autohumillarse sin siquiera notarlo; la exhibición de sus carencias solo enaltecidas a manera de virtudes por cegueras filiales; una especie de búsqueda necia por la trascendencia, común en personajes minúsculos; la disposición a pronunciar sinsentidos que apenarían en entornos más normales.
Otra tragedia, paralela, ronda la candidatura incapaz de ver una realidad a la que supone decidió enfrentarse. No será la propia, sino la del país que quiere gobernar.
La realidad escandaliza, atropella los triunfalismos de las fantasías. No se magnifica por difusión como por sus saldos, ni es de extrañar la negativa en la candidata del oficialismo a asumirla. Cuánta crueldad hacia las miles de víctimas en un país saturado de ellas, caben en su firma a un compromiso hecho vacío con su rechazo al diagnóstico de nuestra crisis de violencia.
El pesimismo no es una condición optativa. Se trata de un piso mínimo para saber dónde estamos parados. Es un hecho inalterable contra el recuento de la situación nacional.
Todo demócrata responsable es pesimista porque sabe los peligros en la fragilidad y transgresión de la democracia. El político que aspira a un poco de envergadura lo es, porque acepta la realidad junto a la dificultad de administrarla para intentar contenerla.
Un sexenio gobernando por consignas y peroratas claudicó en la exposición de una resortera en mano del Presidente. Para él, la gran amenaza. Infantilización de la realidad y condescendencia a los ciudadanos. En tiempo electoral, a los votantes. El diagnóstico de su candidata no es otro sino el del tirachinas.
El espíritu de referéndum que tomó la campaña a la Presidencia no apunta únicamente a la viabilidad democrática, constantemente atacada con la exacerbación de pulsiones autoritarias, incluido el entramado de dependencia con las fuerzas armadas. Tampoco solo a la factibilidad de la administración pública. Determina la continuidad en la negativa a ver el pantano diario y seguir normalizándolo.
Tomado de: Milenio