2024 Jun 16 Me duele el país. Rafael Álvarez Cordero.
Me duele el país y sé que la nueva Presidenta se va a enfrentar al panorama más negro que México haya enfrentado en decenios.
Amo a México, aquí lo he dicho; me duele ver lo que está pasando en el país; me duele darme cuenta de la destrucción sistemática y progresiva que ha sufrido bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Me duele ver a mis compatriotas sufrir cada día para sobrevivir, veo cómo tienen miedo, miedo de salir a la calle, de que los asaltan, roben o maten; veo a los comerciantes de todos los niveles víctimas de la extorsión, veo a enfermos sin medicinas y a los niños sin vacunas, pero veo las grandes fortunas de los políticos gracias a la corrupción solapada desde Palacio Nacional.
Me duele el país, porque veo cómo se han dañado las instituciones que tanto trabajo nos costó construir y fortalecer; veo la impotencia de los funcionarios probos frente a los ataques y las amenazas de los seguidores de Morena; veo a los maestros, alumnos, investigadores, becarios, todos amenazados y sin poder defenderse, veo a los millones de niños carentes de educación, reprobados aquí y en la prueba PISA, veo a millones de mujeres indefensas, agredidas, violadas, muertas o desaparecidas.
Me duele el país porque vivimos bajo el odio, el resentimiento, la ignorancia, la estulticia, las agresiones, la corrupción y demás, que surgen cada mañana en el Salón Tesorería del Palacio Nacional.
Y veo a un hombre torvo, incapaz, grosero, atrabiliario, envalentonado como borracho de cantina, con un vocabulario vulgar lleno de odio lanzado a diestra y siniestra; a los mexicanos nos ofende que el primer mandatario del país se comporte como un vulgar buscapleitos, veo su connivencia con el crimen y sé que tanto los analistas nacionales como los extranjeros han calificado su gestión como un narcogobierno.
Me duele el país, sé que la vida de quien hoy manda no es eterna, aunque él tiene obsesión por permanecer aquí. Pero pronto se irá a su rancho, y lo puedo ver ahí, dándose cuenta del fracaso de todo lo que hizo y pensando el destino de otros presidentes que quisieron permanecer en el poder; lo imagino en una noche solo en su cuarto, rumiando su desgracia porque no tiene “otros datos” y nunca los tuvo, y seguramente pensará qué hará la historia, los analistas y posiblemente los jueces al conocer la realidad de su gestión, y con esos temores intentará dormir teniendo en su buró una fotografía de Felipe Calderón.
Me duele el país y sé que la nueva Presidenta se va a enfrentar al panorama más negro que México haya enfrentado en decenios. Me duele el país y sé que antes de que las cosas puedan mejorar, miles de compatriotas morirán, serán robados, extorsionados, y ni la salud ni la economía ni el medio ambiente ni Pemex ni CFE mejorarán.
Veo en los próximos meses manifestaciones, plantones, reclamos, huelgas y demás porque el país estará de cabeza. Veo a los políticos, en particular los dirigentes, sin saber qué hacer preocupados sólo por lograr un “hueso” en el presupuesto.
Me duele el país; cuando estuve estudiando en Francia conocí las llamadas “unidades de reanimación”, salas de terapia intensiva perfectamente acondicionadas para atender a los pacientes que estaban a punto de morir; los vi llegar agonizando y vi cómo médicos, enfermeras, especialistas, laboratoristas, utilizaban todos los recursos de la ciencia y sacaban adelante a quienes estaban al borde de la muerte.
Me duele el país, está en una gravísima situación, pero estoy seguro que miles de hombres y mujeres ya están trabajando para lograr que supere esta crisis; gracias a las acciones de terapia intensiva que harán en todos los órdenes: economía, salud, medio ambiente, educación, ciencia y arte; estoy seguro que México resurgirá.
Me duele el país, y con optimismo sé que más pronto que tarde saldremos adelante.
Tomado de: Excélsior