By using this website, you agree to the use of cookies as described in our Privacy Policy.

2024 Jun 24 Hacer de cada paria un auténtico ciudadano. Diego Fernández de Cevallos.

La anunciada reforma al Poder Judicial es execrable; la aprobarán los moscardones oficialistas que infestan al Poder Legislativo, y será aplaudida por el crimen organizado (que impondrá juzgadores) y por la parte ignorante, engañada y dominada de la población.

No debemos olvidar que el Poder Judicial tiene como una de sus principales funciones proteger a los gobernados de los abusos de los gobernantes; y cuando éstos someten a los jueces, los gobernados quedan en desamparo y sojuzgados impunemente.

Todos los conocedores del derecho (que no están uncidos al carro oficial) han calificado a esta reforma de aberrante y perniciosa, porque concentrará el poder en una Presidencia Imperial.

Nada difícil será que la próxima presidenta de México diga que gobernará conforme a la Constitución y las leyes secundarias, porque previamente las cambiarán a su arbitrio para hacer lo que les venga en gana, solo porque tienen una mayoría (des)calificada de legisladores.

Además, es canallesco que los autores de esa infamia quieran justificarla arguyendo que la mayoría del pueblo la apoya, cuando esa mayoría la desconoce y, por ende, ignora sus consecuencias. Si el gobierno y el crimen organizado hacen de las suyas en los comicios, ante la impotencia de autoridades electorales y partidos opositores, ¡qué no harán cuando esos partidos no puedan vigilar la elección de los jueces!

El hambre y la ignorancia de millones de seres humanos son grilletes que los someten a sus opresores, a cambio de promesas falsas y dádivas miserables para mantenerlos en la inopia.

Los cambios que requiere el aparato de justicia en México, es decir: lo federal, lo estatal, las fiscalías y los cuerpos policiacos, deben sustentarse en estudios hechos por expertos, siempre alejados de la política facciosa y cavernaria.

Aquí pasó lo contrario: el narciso (pedestre y enfermo de poder) agredió a los expertos que han opinado, asumió lo que quiere “el pueblo bueno”; y ordenó a sus parásitos presupuestívoros en las cámaras hacer los cambios legislativos que les envió.

En México se destruye a sus instituciones, con enorme daño principalmente para los desvalidos; por lo que también debe fincarse responsabilidad a los líderes opositores que anteponen sus intereses personales y de sus cercanos, así como a 40 millones de apátridas a quienes no les vino en gana votar el 2 de junio.

Sin embargo, nada de abandonar las trincheras: apostemos a la formidable fuerza social (ya expresada en las calles) y que debe organizarse para rescatar a México de la indolencia que lo paraliza, del sometimiento que lo humilla, y de la inmundicia que lo mal gobierna.

No hay poder en el mundo que sea eterno, mucho menos si lo detenta la basura en descomposición. Nuestro reto es educativo: es hacer de cada paria un auténtico ciudadano.

 

Tomado de: Milenio