2024 Ago 23 Dos puertas. Juan Enríquez Cabot.
Antes de una enorme erupción volcánica, o un gran temblor, a menudo hay temblorcillos aparentemente menores. Estos ya se están dando con cada vez mayor frecuencia. El desplegado del Consejo Coordinador Empresarial y la inmediata, violenta y tan personalizada reacción mañanera. La depreciación del peso. La "Nota Especial" de Citibanamex: "los inversionistas parecen estar subestimando los riesgos del nuevo escenario político... esto vuelve más frágiles los pronósticos porque los inversionistas reaccionarán con fuerza a cada cambio relevante de política pública...". El análisis de Morgan Stanley: invierte menos en México y más en Brasil. Y aquel asuntillo menor, los juicios a los sinaloenses más cercanos al Tlatoani. El futuro de México depende de cuál de dos puertas escoja La Presidenta en 39 días.
Ojo con abrir la primera puerta, la rotulada "Más de lo mismo". Si se abre sexenio cancelando inversiones, con diatribas contra extranjeros, con mañaneras donde se flagela, exhibe y descuartiza, la economía no sobrevive. Donde no hay voz e imagen, salvo la del Tlatoani, no hay otro responsable. Donde no hay justicia ni ley, cuando los jueces se escogen por tómbola, cuando se ignora evidencia de corrupción plasmada en videos, mientras se persigue a viudas que osan alzar la voz, nadie va a invertir y el peso no va a sobrevivir. Abrir de nuevo esta puerta no nos lleva a una economía tipo China, Vietnam o Dinamarca. Más bien deriva, si el ejército-familia gobernante se vuelve el empresariado y si el narco se mantiene como la autoridad de facto en gran parte del país, en Venezuela, Cuba o Nicaragua. Un Palacio atrincherado, peleado con todo inversionista y con el exterior, acaba dependiendo del flujo de caja del narco.
¿La segunda puerta? MM (México Moderno). Al crecer de nuevo hay mucho margen. En cuestión de un discurso, de una semana, de acciones específicas de entrada, La Señora Presidenta pudiera entrar por la puerta mayor al mundo. Llenando un vacío de décadas, ocasionado por mandatarios chiquitos, mandatarios envenenados de testosterona. No necesita usar leperadas en cada discurso. No necesita subirse a un tanque portando un kepí. No necesita depender de un pequeño grupúsculo del Estado de México. No necesita arengar y vituperar cada mañana. Solo necesita hablar de manera mesurada, calmada, con dirección clara, de vez en cuando. Para lo demás, para lo cotidiano, que tome el riesgo, y que se comprometa a resultados su equipo. Y si no funciona que lo cambie. No es ella, cada mañana, la responsable de todo. Tiene que liderear un equipo que regrese a México a una posición de socio internacional confiable, institucional, con gran crecimiento. La Presidenta puede ser una figura mundial en la economía verde, abierta, responsable y pujante.
El mundo político internacional, el de inversiones, el que pudiera duplicar el PIB de México en un sexenio, busca una socia confiable. Una figura que impulsa el crecimiento económico, las inversiones en energía renovable. La socia confiable no se alía con los narcos, con unos pocos oligarcas, con una Judicatura sumisa. Es una líder que no teme a académicas o analistas independientes. Sabe admitir y corregir el rumbo cuando se equivoca. Hay cortes e instituciones, investigadores y periodistas independientes. Se camina hacia el futuro y se logran alianzas importantes con compañías que, sólitas, pueden generar una economía del tamaño de Alemania, y tres veces México. Esto fue lo que logró un líder sindical radical de izquierda en Singapur, Lee Kuan Yew. Es lo que hizo Deng Xiaoping en China. Hay camino. Hay modelo. La recompensa es que se queda el mismo partido, durante décadas, por su legitimidad y resultados, no por su alianza con narcos.
No abrir esta segunda puerta, no reducir la tremenda presión acumulada, es acabar en la dictadura o en la cárcel. Esto bien lo sabe el actual, quien, por compromisos personales y familiares, quiere, a cualquier costo, cerrar esta segunda puerta. Obligar a que México sea más de lo mismo, un país cada vez más peligroso, plagado de migrantes desesperados, sin instituciones, dominado por una institución castrense y capos regionales. Todo para proteger a un individuo, a una familia y sus intereses. Si a La Señora Presidenta le queda cualquier duda de qué puerta abrir, bien valdría la pena estudiar, muy cuidadosamente, lo que le pasó a Medvédev con el "retirado" Putin. Y qué le pasó a Rusia cuando volvió Putin.
Tomado de: Reforma