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2024 Oct 22 El pueblo no está por encima de la ley. Román Revueltas Retes.

La soberanía del pueblo no se puede invocar para sustentar el desacato a la resolución de un juez. El tal “pueblo” —bueno o malo, sabio o ignorante, pacífico o violento— no tiene facultades para desentenderse de lo que dictan las leyes. Por el contrario, debe aceptar con total subordinación las normas legales y las disposiciones dictadas por los encargados directos de que se apliquen, a saber, los jueces y los magistrados del Poder Judicial.

El hecho de que un jefe de Estado haya proferido la inaudita sentencia de que no le vinieran “con que la ley es la ley” —algo que se contrapone radicalmente a la primerísima de las responsabilidades que entraña su cargo, la de respetar y hacer respetar, por encima de todas las cosas, la letra escrita de la Constitución— no es un pistoletazo de salida para desconocer colectivamente el imperio de los preceptos jurídicos.

Si el estrepitoso fracaso del proyecto educativo nacional no hubiera sido el caldo de cultivo del inquietante déficit de ciudadanía que sobrellevamos ahora, los mexicanos, sabedores, por haberlo aprendido en las clases de Civismo en el colegio, de que en un régimen republicano existen tres Poderes independientes, no avalarían la embestida en contra del Judicial que está teniendo lugar.

Justamente por esto es que podríamos sospechar que uno de los propósitos del régimen populista de doña 4T es seguir dinamitando la calidad de la enseñanza y, bueno, entrados ya en materia y sin disfrazar de meras sospechas la apreciación de las cosas, debemos señalar que lo que estamos viendo es parte de un plan maestro, de un muy perverso y siniestro proyecto de dominio para concentrar el poder y seguir al mando pero ya sin rendirle cuentas a nadie.

De eso va el asunto, de eso se trata, señoras y señores, y no es que la gente que lleva ahora las riendas se esté moviendo por impulsos u ocurrencias sino que está siguiendo, paso a paso, un guión perfectamente dispuesto, un esquema organizado con el muy terrenal propósito de conquistar en su totalidad los territorios de lo público, inclusive los pocos espacios que no ha ocupado todavía el oficialismo por existir algunos contrapesos.

Van a por todo, sin el menor pudor, y pretextando que tienen detrás al “pueblo”. Pero, ¿en qué momento el voto de los ciudadanos se volvió una franquicia para desconocer la ley?

 

Tomado de: Milenio