2024 Dic 18 Elección sin pueblo. Luis Carlos Ugalde.
El drástico recorte al presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE) en 2025 -el más grande jamás realizado- refleja que la calidad de la elección judicial le importa poco al gobierno: quieren que se cumplan las formalidades de una elección, aunque carezca de las cualidades de transparencia, legalidad y acceso universal. No importa cuántos voten, ni quién gane, ni cómo gane. Lo importante es que se vayan los ministros, magistrados y jueces actuales.
El gobierno acusó que la petición de 13 mil millones de pesos que hizo el INE para organizar la elección judicial era excesiva porque, según él, la de 2024 costó 8 mil millones y fue más grande. El INE ha explicado una y otra vez que la elección federal de este año fue de 629 cargos contra 881 en 2025. Por eso cuesta más. Las razones no importaron: la petición de 13 mil millones se convirtió en una asignación de solo 4 mil millones de pesos.
Si la apuesta de purificar al Poder Judicial mediante el voto popular era genuina, de la mano debían fluir los recursos. Si Sheinbaum ratificó su apoyo a la propuesta de López Obrador, ello implicaba aceptar las repercusiones presupuestarias. Si quieres una fiesta en grande, debes pagar por el mobiliario, la comida y la música. No puede haber fiesta si solo pagas alimentos, pero no hay dinero para las mesas, las sillas y la música.
Hace algunas semanas el ministro González Alcántara dio una salida sensata: elegir solamente a ministros de la Corte y magistrados de los tribunales Electoral y de Disciplina, pero dejar la de jueces y magistrados de circuito fuera. Era una solución que no solo graduaba los alcances de la reforma judicial para atemperar sus riesgos, sino que abarataba la organización electoral.
Se optó por seguir adelante a pesar de que la Secretaría de Hacienda ya había alertado desde hace meses que el presupuesto de 2025 sería muy ajustado.
La principal consecuencia del recorte será una elección menos democrática. Primero, porque habrá menos recursos para promover a las candidaturas. Con reglas que prohíben el financiamiento público y privado y solo se permiten los gastos personales (sí, los más ricos tendrán una ventaja inicial), la promoción de debates por parte del INE es una de las muy pocas vías de conocimiento de quienes compiten. Esta vía estará limitada por falta de dinero.
Seguramente el INE tendrá que limitar los recursos para fiscalizar las más de 5 mil campañas. Como en cualquier elección habrá financiamiento por debajo de la mesa, pero en esta ocasión el problema será más complejo porque las candidaturas, sin acceso a financiamiento público o privado, se verán forzadas a recurrir a financiamiento ilegal, incluido aquel de grupos del crimen organizado.
Habrá menos casillas: en lugar de 172 mil instaladas en junio de 2024, sólo habrá 80 mil agrupadas en centros de votación. Los votantes de zonas urbanas están acostumbrados a que su casilla está a pocos minutos de su domicilio. Ahora tendrán que usar transporte público, Uber o coche propio para ir a votar. Asimismo, habrá menos dinero para promover el voto y ambas cosas impactarán en la muy baja asistencia a las urnas. Es muy probable que vote menos del 10% de la lista de electores.
El papel de las boletas será de menor calidad y sin los candados de seguridad para evitar su falsificación. Habrá menos capacitadores de funcionarios de casilla y el INE no tendrá dinero para darles alimentos durante la jornada electoral.
La noche del 1 de junio de 2025 habrá ganadores, pero serán de papel. Quienes definan la elección serán -en su mayoría- personas movilizadas por los partidos -principalmente de Morena y por los gobernadores. Será notorio que quienes acudan a las urnas traerán consigo un "papelito" para copiar los números o nombres de las personas a las que apoyar.
Los votantes independientes difícilmente tendrán la información para emitir un voto informado y razonado.
La mañana del lunes 2 de junio el gobierno culpará al INE de una mala elección y al Poder Judicial de haberla bloqueado. No asumirá la responsabilidad de haber seguido adelante con un ejercicio absurdo e inédito en el mundo. Y entonces surgirán las voces que pedirán una reforma electoral para cambiar al INE culpable -según ellas- del fiasco electoral.
Tomado de: Reforma