2025 Mar 5 Cinco y medio millones de votos. Carlos Ornelas.
¡Bravo! Alfonso Cepeda Salas, el secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, provocó aplausos entusiastas de Andrés Manuel López Beltrán, Luisa María Alcalde y otros fieles de Morena. Se comprometió a afiliar a millón y medio de docentes a sus filas. Además, de sus familias. Dijo: “(La incorporación de) Morena se hará por la lealtad con la Cuarta Transformación”. Informó que la afiliación será voluntaria y no tendrá ningún costo para el sindicato. Insistió en que ya no hay corporativismo, como antes, que hasta estaba en los estatutos del SNTE, que sus miembros eran del PRI. Los jefes de Morena le entregaron al senador Cepeda Salas 600 tabletas para facilitar la inscripción de las y los docentes, sus familiares en edad de votar y, si se puede, a los amigos cercanos.
Es probable que en unos tres años consiga la afiliación de los maestros. La campaña será permanente y en la escala de cada sección, con excepción de los territorios de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. El registro no se plasmará en los estatutos, pero tampoco será por convencimiento puro. Los líderes harán uso de jornadas de divulgación en actos sindicales o fiestas de otra naturaleza. También, recurrirán al chantaje (¿quieres promoverte?) y a la amenaza (recuerda que la basificación no fue gratis). Pero no será una tarea rutinaria ni sencilla.
Contrario a lo que Cepeda Salas afirmó, la campaña por Morena tendrá costos, si no para las bolsas del SNTE, sí para el sistema educativo mexicano. Los comisionados para afiliar a docentes, levantar el censo, registrar datos y escanear la credencial del Instituto Nacional Electoral lo harán en las escuelas, no en visitas domiciliarias. Sacarán de sus aulas a maestras y maestros o, tal vez, aprovechen las sesiones del Consejo Técnico Escolar para hacer las faenas. Les impedirán trabajar con el alumnado en esas horas; todo en detrimento del aprendizaje.
Por supuesto que hay docentes que simpatizan con Morena y se afiliarán con gusto (algunos quizá ya sean miembros formales). Tal vez hasta le vean utilidad extra a la credencial del partido (trámites oficiales, multas, descuentos por servicios públicos). Otros lo harán por compromiso o conveniencia (no quedar mal con los líderes), otros por temor y acaso algunos lo hagan por obediencia.
A lo mejor, Cepeda Salas quiso blofear. Un millón y medio de afiliados se le hizo poco o consideró que su oferta no será tan atractiva a los cabecillas de la Cuatroté. Por eso se aventó la postura de aportar 5.5 millones de votantes (más de la mitad de lo que espera Andy López Obrador), sumó a los familiares de cada docente. Contrariedad en la que se metió. Lo dicho, los propagandistas, sean del SNTE o de Morena, no visitarán a los potenciales integrantes del padrón en sus casas, menos en sus lugares de empleo (en el supuesto de que sepan dónde quedan y que los patrones les den permiso de gastar tiempo en asuntos partidistas). ¿Dónde lo harán? No es una labor de rutina, tal vez enfrenten rechazos y decepciones. La pregunta es: ¿de dónde saldrán los viáticos para los promotores del registro a Morena?
Aun en el supuesto de que Cepeda Salas y su gente lograran su cometido de afiliar a Morena a cinco y medio millones de personas, no hay garantía de que votarán en la forma que se les indique o que siquiera asistan a las urnas el día de las elecciones.
Carlos Jonguitud Barrios, uno de los caciques legendarios del SNTE, declaró en tono de tristeza que el presidente Salinas de Gortari no lo tomaba en cuenta (y fue quien lo expulsó de la jefatura del sindicato), que los maestros eran los plomeros electorales del Partido Revolucionario Institucional. Hoy, Cepeda Salas aspira a que sean operarios de base de Morena, acarreadores de votantes a las casillas. Plomeros no, ya no hay corporativismo, dice.
Puede ser que Morena no nada más le haya dado 600 tabletas. Acaso una promesa implícita de que no moverán las aguas para que haya elecciones del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Fue una compraventa de ilusiones. Cinco y medio millones de votos son muchos. En fin, prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila.
Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Tomado de: Excélsior