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2025 Mar 9 Por un necesario ruidero. Carlos Carranza.

En algo no se equivocan quienes pregonan que el mitin convocado en este día, domingo 9 de marzo, por parte de la Presidencia de la República será ejemplar. En diversos sentidos será una muestra del país que hoy somos y de aquello que nos define como sociedad. Por un lado, no se deja de subrayar que esta convocatoria será para “informar al pueblo de México” –en palabras del flamante secretario de Economía– y enviar un contundente mensaje al mundo acerca de la implacable y tenaz defensa de la soberanía nacional ante las constantes amenazas de mandatario estadunidense. Y en efecto, será un día que siente diversos precedentes que, para la corta memoria política de la sociedad mexicana, pronto pasaran inadvertidos, a excepción de las imágenes presidenciales y los fragmentos de su discurso que, seguramente, escucharemos durante varios días.

Para nadie es una sorpresa que el acto convocado por la titular del Poder Ejecutivo sea una jugosa oportunidad para coronar ese discurso nacionalista y patriotero que tan buenos dividendos electorales le ha significado a la llamada Cuarta Transformación. Palabras y frases sacadas de un molde que, desde las décadas del priismo más rancio, suelen ser muy efectivas cuando se trata de lanzar una pirotecnia que desvíe la atención de los más sustancial, de aquellas situaciones que son delicadas y graves; se pretende competir con ensordecedoras consignas y música ad hoc contra el estruendo de una realidad que no deja de imponerse día con día.

En efecto, será un acto muy paradójico en el que, por un lado, se pretende ensalzar la idea de una cuasi heroica defensa la “soberanía” –según el diccionario del oficialismo– ante las amenazas de los aranceles que pretende imponer Donald Trump a los productos mexicanos. Si las palabras del titular de la Secretaría de Economía, Marcelo Ebrard, tienen sentido, la pregunta acerca de la función de las llamadas conferencias matutinas es obvia, pues ¿no están diseñadas para “informar” a su pueblo? Entonces el gasto que implica el acto en la Plaza de la Constitución puede considerarse un despilfarro que bien pudieron ahorrarse. Sin embargo, no dejarían pasar la oportunidad de mostrar el músculo electoral, de tomar lista a los incondicionales protagonistas de sus pactos con el viejo “charrismo” sindical y, por supuesto, cumplir con la oportuna estrategia de ensalzar la imagen de la Presidenta en funciones y, en un santiamén, consolidar el presidencialismo que tanto necesita el oficialismo, eje rector de su comunicación política en una imagen hiperbólica de la actual Presidenta –aunque en el Poder Legislativo haya miembros de la bancada del oficialismo que, al parecer, opinan un poco diferente, pues, a fin de cuentas, es como volver a besar la mano al personaje más relevante del Partido Verde–.

En fin, se puede decir que es la ecuación perfecta que ilustra nuestro presente: responder con populismo al presidente más populista de la historia estadunidense en las últimas décadas. ¡Vaya competencia! Así, quizá se hable de estrategias y planes con el ilusionismo que promueve el motor ideológico y su edulcorada retórica. Sin embargo, allí está el estruendoso silencio de la realidad, que no será invitada a esta suerte de asamblea informativa, celebración de una pírrica pausa. Quizá no será el momento de hablar de la corrupción que hace posible la articulación del crimen organizado, de las fosas clandestinas que se han descubierto en Río Verde –San Luis Potosí– y en Teuchitlán –Jalisco– hace apenas unos días. Quizá tampoco sea oportuno referirse a la nueva manera de entender la política migratoria y el cumplimiento de las exigencias del vecino del norte, de lo que implica la categorización de grupos terroristas a quienes son unos de los protagonistas de la inseguridad en nuestro país. En efecto, aquellos que han convertido en un túmulo a nuestro país.

Seguiremos escuchando acerca del “enemigo” externo, del que amenaza y parlotea, pero de los internos, aquellos que son la medida de un traidor –el que ha entregado a la sociedad a vivir en la más cruel inseguridad– quizá poco se escuche. Tal vez me equivoque jugando al oráculo y sus adivinanzas; sin embargo, el callejón sin salida del actual gobierno no tiene mucho margen para pensar en otras soluciones. Quizá volveremos a hablar de este tema y sus diversos rostros durante los primeros días de abril, cuando se vuelva a cumplir el plazo fijado por el caprichoso huracán del norte.

Mientras tanto, a seguir observando cómo se construye ese andamiaje hiperbólico que tanto necesita el oficialismo para que impere el ruidero en el castillo de Dinamarca.

 

 

 

 

Tomado de: Excélsior