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Una clase política insolvente frente a la reelección.

 "A los ojos de la opinión nacional, nada hay tan despreciable como un diputado o un senador... Han llegado a ser la medida de toda la espesa miseria humana", escribió Daniel Cosío Villegas en 1949.71

Veintitrés años después, en su ensayo El sistema político mexicano, de 1972, el politólogo consideró:

A buen seguro que el mexicano no vería con ojos complacientes un parlamento que, como el de la IV República Francesa, formara y derribara gobiernos sin más objeto que demostrar el mayor poder de una fracción sobre otra, con la paralización de toda acción benéfica [o maléfica, agregamos nosotros] del poder ejecutivo. Es de suponerse que tampoco aprobaría la conducta de un Congreso que mantuviera sin motivos claros y justificados una actitud levantisca contra el ejecutivo. Pero asimismo es claro que el mexicano medio no aplaude cámaras de diputados y senadores que creen llenar sus funciones con ruidosas ovaciones que le dispensan al presidente de la república, pues semejante actitud significa renunciar al papel de cooperadores del ejecutivo y, si el caso llegara, de sus más severos críticos. En todo caso, el mexicano, por lo visto, ha acabado por creer que ha caído en desuso la independencia de criterio, sin contar con que una experiencia larga y hasta ahora no desmentida enseña que la sujeción es mucho más lucrativa que la independencia.72

 

Durante la mayor parte del siglo XX los miembros del poder legislativo mexicano renunciaron a sus atribuciones y responsabilidades, depositando la iniciativa de legislar en el presidente de la república, y confiando a ello, también, el futuro de sus carreras políticas.

En esa renuncia, el país perdió nada menos que un siglo de evolución política. Pero mucho más que eso. Con su silencio ante el monarca sexenal se convirtieron en cómplices de atrocidades como las represiones y persecuciones de los años cincuenta a setenta del siglo pasado, en otros casos fueron coautores, como en el genocidio del 2 de octubre de 1968, y en la pauperización de la mayoría de los mexicanos con la aprobación del Fobaproa, durante el sexenio de Ernesto Zedillo.

Cómplices silenciosos unas veces, coautores activos otras, defensores a ultranza las más del poder ejecutivo, los legisladores mexicanos no atinaron tampoco a transformar siquiera su marco jurídico, de tal suerte que la alternancia de partido en el poder ejecutivo los pilló con una estructura interna de los años sesenta.

Precisamente en esa década la oposición ingresó a las cámaras federales, y si bien durante casi dos décadas su papel fue meramente testimonial debido a la aplastante mayoría de la entonces bancada oficial, cuando tuvo los elementos para negociar con el gobierno, en el caso del PAN, remedó la tradición priísta de intercambiar posiciones políticas por votos en las cámaras, votos que a fin de cuentas daba de todo corazón, pues coincidía con los planteamientos centrales del PRI neoliberal. De ahí la proclamación del "triunfo cultural" que hizo el presidente del PAN en los años de la modernización salinista.

La oposición de izquierda al régimen priísta apenas en 1989 compactó sus numerosos fragmentos en el PRD. Este partido no consiguió articular un discurso efectivo y realista, con la fuerza necesaria para impactar en las políticas públicas. Su trabajo parlamentario apenas alcanzó la denuncia. En 1997 llegó con 128 diputados a San Lázaro, 10 más que el grupo parlamentario de Acción Nacional en esa legislatura. Sin embargo, no utilizó esa numerosa representación para consolidar un grupo parlamentario fuerte, propositivo, con capacidad de negociación frente a la mayoría priísta. La política de oposición por sistema le daba votos, pero minó considerablemente su capacidad de interlocución con los demás actores políticos.

En su mediocridad, el Congreso vivió sin Ley Orgánica hasta 1979, la cual, como se revisó en el capítulo respectivo, estaba diseñada para ser funcional al régimen vertical priísta. Es decir, vivió con una norma hecha para no funcionar.

De 1988 a 1999, los legisladores se normaron a través de acuerdos parlamentarios que recogían "prácticas acreditadas por el tiempo" .

Fue hasta 1997 cuando se reformó por primera vez la Ley Orgánica del Congreso. Se disminuyó el número de comisiones, de 59 a 40, pues, argumentaron los legisladores, el modelo anterior sólo servía para distribuir las cuotas de poder negociadas al interior del PR!.

En 1999 la Ley Orgánica del Congreso General fue objeto de una reforma más amplia, la cual apenas adecuó los usos y costumbres que venían practicándose en el órgano encargado de dar diseño al andamiaje jurídico de México.

En ella se decidió reducir el número de comisiones a 23. Pero en el 2000 un acuerdo parlamentario aumentó nuevamente las comisiones legislativas. ¿Para qué? Para distribuir las cuotas de poder de manera más equitativa entre las fuerzas políticas representadas en el Congreso. 

Sin embargo, no existen lineamientos en esa ley que determinen criterios específicos para seleccionar al presidente, secretarios y miembros de las comisiones. Por ello, los miembros de comisiones, regularmente integrados a las mismas para defender sus intereses o los de sus patronos, hacen de ellas instancias de usufructo particular, de diseño y gestión de lo público para fines privados.

No sólo eso. La Ley Orgánica tampoco prevé un equipo técnico calificado para que las iniciativas se desahoguen con rapidez y profesionalismo, ya sea que se tratase de un cuerpo asesor por comisión o general. Algunos congresos de países africanos, con menor desarrollo en todos sentidos que México, cuentan con este tipo de instrumentos.

En el caso del Reglamento, data de 1934, e incluye aún prendas como el ordenamiento que pide a los legisladores que a la reunión de congreso general asistan vestidos de levita negra. Reglamento de debate, no hay.

Así que durante la etapa en que el poder legislativo se pluralizó y democratizó, entre 1964 y 2000, casi 40 años, sus integrantes fueron incapaces de transformar sus estructuras internas, propiamente parlamentarias, para convertirlo en un organismo con efectividad en el ejercicio de sus atribuciones y obligaciones, que le dieran la legitimidad de su acción, y no quedara con la siempre perecedera legitimidad electoral.

Por ejemplo, si el Senado de la República fuera depositario, como es su función, del pacto federal, y existieran reglas, rutas críticas, instrumentos de comunicación institucionales y adecuados con la Cámara de Diputados, es poco probable que hubiese surgido una Conferencia Nacional de Gobernadores. ¿Para qué?

Antes de la ventolera democratizadora, el Congreso no legislaba porque cedía su papel al presidente de la república. Ahora no legisla porque su espíritu independiente ha llegado a tanto que unos legisladores se independizan de los demás y unos partidos de otros, carentes de sentido de responsabilidad con la nación y con la única pretensión de demostrar que la fuerza de unos es mayor que la de otros.

Cuando se trata de una reforma de carácter constitucional, es evidente que la discusión será más difícil y que, eventualmente, acarreará costos para quienes la aprueben. Pero cuando se trata de una reforma interna del Congreso, ¿qué costos pueden sobrevenir a nivel electoral?, rubro que más preocupa a los dueños del Congreso?

Por el contrario, se verían fortalecidos, todos, políticamente. Si no lo han hecho en 40 años de apertura del poder legislativo, dicha dilación no tiene otro nombre que mediocridad. No es que no haya legisladores responsables, trabajadores, respetables y respetuosos de la república. Pero no forman ni dos puntos porcentuales de la representación entre 1933 y 2003. Unos son traficantes de influencias, otros improvisados y frívolos al punto de ordenar la construcción de salas de recreo en las instalaciones del Congreso a cuenta de los contribuyentes. Éste posa desnudo ante las lentes fotográficas para sabrá Dios qué. Aquéllos son experimentados en calentar una curul durante décadas, pero en el proceso legislativo son legos. Los más son improvisados sin ningún compromiso con nadie: cambian de partido, no vuelven a sus distritos, no asisten a sesiones, abandonan el primer día de su función las cámaras para ocupar un puesto en el gabinete o para contender por una gubernatura.

¿Cómo reelegir a estos santos varones?          

Por lo demás, ninguna de las iniciativas que actualmente obran en comisiones de las dos cámaras federales contemplan la eliminación de la vía de elección plurinominal, una fórmula diseñada para los tiempos en que no había competencia electoral real. En estas condiciones, de aprobarse la reelección legislativa inmediata, un legislador que no hubiese cumplido satisfactoriamente con sus funciones no tendría necesidad de enmendar su conducta para reelegirse, pues le bastaría tener un sitio de privilegio en la oligarquía de su partido para no someterse al escrutinio popular, sino simplemente esperar en el sillón de su sala a que la elección alcanzase el número de votos adecuados para lograr un lugar.

Cincuenta por ciento de quienes han llegado el Senado y 12 por ciento de los que han sido miembros de la Cámara de Diputados se han reelecto entre 1933 y 2003. 

Y entre quienes han tenido carreras de 18 a 30 años en el Congreso federal ¡no se juntan 10 que hayan repetido en una misma comisión!, para especializarse en un tema. ¿Cómo creerles que su fin es la experiencia o la profesionalización?      

Los congresistas no han dado pasos en ese sentido. Si la opinión pública y la publicada advirtiera la presencia de legisladores serios, responsables, productivos, la reelección inmediata sería no sólo deseable sino, incluso, consecuencia lógica.

Una reforma integral del poder legislativo es el corazón de cualquier hipotética reforma del Estado. Pero pierden días, meses, años, décadas.           

Es también un problema del talante de la clase política que reina en México. Los partidos se han convertido en maquinarias electorales para postular a los funcionarios de la administración pública que, para fines prácticos, a principios del siglo XXI son también los dueños del dinero.

Los partidos se han quedado ayunos de ideología. Se confunden ya hasta sus lemas. Y son también empresas familiares de la industria electoral. No hay liderazgos visibles con capacidad comprobable de articular la marcha de este país en algún sentido. Vicente Fox, en ese terreno, no existe.

Pero eso sí, sus salarios son insultantes, obscenos para un país depauperado, de carreteras parchadas, comunidades aisladas, niños de la calle, pensiones de hambre, asesinatos en serie e impunes, secuestros y desempleo creciente. El promedio de salario mensual de un subsecretario del gabinete federal era, a principios de 2004, de 230 mil pesos, cuando el salario mínimo rondaba los 40 pesos. El de un diputado -local o federal- ascendía, en promedio, a 110 mil pesos al mes. Y por el estilo. ¿En qué país se sentirá esta estirpe?

En ese contexto, resultan ridículas las poses de tribunos romanos que los legisladores asumen cuando se les reclaman los conflictos de interés en que se hallan.

De la transformación de todas estas circunstancias dependen los próximos años. Pero que nadie se exalte, que todo está en manos del Congreso.

71 Cosío Villegas, Daniel, Extremos de América, Fondo de Cultura Económica,

            México, 1949.

72 Ibid., El sistema político mexicano, Fondo de Cultura Económica, México,

            1972.

Anexo 1. Tabla general de récords parlamentarios, 1934-2006

 

Legislador

Partido Diputa- Sena-

Elec-

Años

 

 

ciones duría

Clones

 

Chumacero Sánchez, Bias

PRI

6

2

8

30

González Parra, Emilio Manuel

PRI

4

3

7

30

Sansores Pérez, Carlos

PRI

4

2

6

24

Anderson Nevárez de Rojas, Hilda

PRI

5

1

6

21

Ramírez Mijares, Óscar

PRI

3

2

5

21

Bonilla Robles, José Eulogio

PRI

2

2

4

18

Castro Lozano, Juan de Dios

PAN

4

1

5

18

Farías, Luis M.

PRI

4

1

5

18

Figueroa Alcocer, Rubén

PRI

2

2

4

18

Garzón Santibáñez, Alfonso

PRI

4

1

5

18

Gómez Villanueva, Augusto

PRI

5

1

6

18

Herrera Beltrán, Fidel

PRI

4

1

5

18

Lamadrid Sauza, José Luis

PRI

5

1

6

18

Lugo Gil, Humberto Alejandro

PRI

2

2

4

18

Luque Loyola, Eduardo

PRI

2

2

4

18

Manzanilla Schaffer, Víctor

PRI

2

2

4

18

Martínez Dominguez, Alfonso

PRI

3

2

5

18

Mora Plancarte, Norberto

PRI

2

2

4

18

Olivares Ventura, Héctor Hugo

PRI

2

2

4

18

Ortiz Arana, Fernando

PRI

4

1

5

18

Osorio Palacios, Juan José

PRI

6

O

6

18

Ramírez Gamero, José

PRI

3

2

5

18

Rodríguez Alcaine, Leonardo

PRI

3

2

5

18

Sánchez Madariaga, Alfonso

PRI

2

2

4

18

Vega García, Netzahualcóyotl de la

PRI

2

2

4

18

Yurén Aguilar, Jesús

PRI

2

2

4

18

Castillo Mena, Ignacio

PRD

2

2

4

18

Cruickshank García, Jorge

PPS

4

1

5

18

Aceves Saucedo, Ángel

PRI

3

1

4

15

Alvarado A., Silverio R.

PRI

3

1

4

15

Bolaños Cacho Guzmán, Raúl

PRI

3

1

4

15

Camarena Castro, Porfirio

PRI

3

1

4

15

Para la suma de años se contemplan los tres de la actual UX Legislatura. Se contem-

plan los periodos completos para los que fueron electos, aun cuando hay algunos que,

por diversas razones, se separaron del cargo antes de cubrir la legislatura. PAN: Parti-

do Acción Nacional. PARM: Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. PRI: Par-

tido Revolucionario Institucional. PRD: Partido de la Revolución Democrática. PPS:

Partido Popular Socialista.

 

 

 

 

 

 

Legislador

Partido Diputa- Sena-

Elec-

Años

 

 

ciones duría

ciones

 

Camarillo Ochoa, Eleazar

PRI

5

0

5

15

Canavati Tafich, Jesús Ricardo

PRI

2

2

4

15

David David, Sami Gabriel

PRI

3

1

4

15

Esquer Apodaca, Salvador

PRI

3

1

4

15

Fernández Aguirre, Braulio

PRI

3

1

4

15

Fuentes Díaz, Vicente

PRI

3

1

4

15

García Carranza, Francisco

PRI

3

1

4

15

Garza Galindo, Laura Alicia

PRI

2

2

4

15

Gómez Maganda Bermeo, Guadalupe

PRI

2

2

4

15

González Gortázar, José de Jesús

PRI

3

1

4

15

Granja Ricalde, Federico

PRI

3

1

4

15

Guerrero Mier, Ángel Sergio

PRI

3

1

4

15

Henestrosa Morales, Andrés

PRI

3

1

4

15

Hernández Enríquez, Silvia

PRI

2

2

4

15

Jiménez Macías, Carlos Martín

PRI

3

1

4

15

Larios Rivas, Graciela

PRI

2

2

4

15

Madrid Tovilla, Arely

PRI

3

1

4

15

Martínez Rodríguez, José María

PRI

3

1

4

15

Muñoz Mosqueta, Gilberto

PRI

3

1

4

15

Padilla Padilla, José de Jesús

PRI

2

2

4

15

Pavón Jaramillo, Laura Hermelinda

PRI

3

1

4

15

Pérez Ríos, Francisco

PRI

3

1

4

15

Ricardi Tirado, José

PRI

3

1

4

15

Romero Dechamps, Carlos Antonio

PRI

3

1

4

15

Sabines Gutiérrez, Juan

PRI

3

1

4

15

Salazar Martínez, Florencio

PRI

3

1

4

15

Sánchez V ázquez, Salvador

PRI

3

1

4

15

Sauri Riancho, Dulce María

PRI

2

2

4

15

Vázquez Torres, Ignacio

PRI

3

1

4

15

Arias Solís, Cristóbal

PRD

2

2

4

15

Bátiz Vázquez, Bernardo

PRD

5

0

5

15

Ortega Martínez, J. Jesús

PRD

3

1

4

15

Ortiz Mendoza, Francisco

PPS

5

0

5

15

Aguirre Palancares, Norberto

PRI

4

0

4

12

Calderón Cecilio, Carlos Rubén

PRI

4

0

4

12

Calleja García, Juan Moisés

PRI

4

0

4

12

Carrillo Zavala, Abelardo

PRI

4

0

4

12

Casillas Ontiveros, Ofelia

PRI

4

0

4

12

Díaz Palacios, Socorro

PRD

2

1

3

12

Gómez Álvarez, Pablo

PRD

4

0

4

12

Gordillo Morales, Elba Esther

PRI

3

1

4

12

 

Legislador

Partido Diputa- Sena-

Elec-

Años

 

 

ciones duría

CIones

 

Hernández J., Antonio J.

PRI

4

0

4

12

Islas Hernández, Víctor Hugo

PRI

3

1

4

12

Morales Flores, Melquiades

PRI

3

1

4

12

Murat Casab, José

PRI

3

1

4

12

Neyra Chávez, Armando

PRI

4

0

4

12

Nochebuena, Juvencio

PRI

4

0

4

12

Ojeda Delgado, Gustavo Nabor

PRI

4

0

4

12

Paredes Rangel, Beatriz

PRI

3

1

4

12

Priego Ortiz, Luis

PRI

4

0

4

12

Rodríguez Jaime, Luis Dantón

PRI

4

0

4

12

Scherman Leaño, María

 

 

 

 

 

Esther de Jesús

PRI

3

1

4

12

Santiago Ramírez, César Augusto

PRI

4

0

4

12

Urzúa F., María Guadalupe

PRI

4

0

4

12

Varela Mayorga, Juan

PRI

4

0

4

12

Vargas Saldaña, Mario

PRI

4

0

4

12

Velázquez Sánchez, Gregorio

PRI

4

0

4

12

Álvarez Bernal, María Elena

PAN

3

1

4

12

Blanco Sánchez, Javier

PAN

4

0

4

12

Cañedo Benítez, Rafael

PAN

2

1

3

12

Conchello Dávila, José Ángel

PAN

3

1

4

12

Escudero Álvarez, Hiram

PAN

4

0

4

12

García Cervantes, Ricardo

 

 

 

 

 

Francisco

PAN

3

1

4

12

García Villa, Juan Antonio

PAN

3

1

4

12

Hamdan Amad, Fauzi

PAN

2

1

3

12

Hinojosa Hinojosa, Juan José

PAN

4

0

4

12

Jáuregui Robles, Sergio César A.

PAN

2

1

3

12

Jiménez Remus, Enrique Gabriel

PAN

2

1

3

12

Ling Altamirano, Federico

PAN

2

1

3

12

Medina Valdez, Gerardo

PAN

4

0

4

12

Morgan A., Rafael Gilberto

PAN

2

1

3

12

Ortiz Walls, Eugenio

PAN

4

0

4

12

Rodríguez Prats, Juan José

PAN

2

1

3

12

Romero Castillo, Cecilia

PAN

2

1

3

12

Vicencio Tovar, Abel Carlos

PAN

4

0

4

12

Luna Kan, Francisco

PRD

2

1

3

12

Sánchez López, Héctor

PRD

2

1

3

12

Sodi de la Tijera, Demetrio Javier

PRD

2

1

3

12

Cantú Rosas, Carlos Enrique

PARM

4

0

4

12

Hernández Juárez, Francisco

PPS

4

0

4

12

Luján Gutiérrez, Jesús

PPS

4

0

4

12