1863 Discurso de Gettysburg. Abraham Lincoln
Hace ochenta y siete años nuestros padres dieron vida en este continente a una joven nación concebida sobre la base de la libertad y obediente al principio de que todos los hombres nacen iguales.
Ahora nos hallamos empeñados en una dura guerra civil que decidirá si ésta o cualquier otra nación así concebida puede o no subsistir mucho tiempo. Estamos reunidos en uno de los campos de guerra donde se ha librado esta contienda. Hemos venido aquí para dedicar una parte de este campo como lugar de reposo eterno de los que dieron sus vidas para que subsista nuestra nación. Es muy natural y muy justo que así lo hagamos.
Pero, en un sentido más amplio, hablando con toda exactitud, no somos nosotros quienes pueden consagrar, dedicar y bendecir este campo ya bendito. Son los mismos soldados heroicos que lucharon en él –así los caídos como los sobrevivientes quienes ya lo han consagrado con su conducta, mucho mejor que pudiéramos hacerlo nosotros.
Nuestra pobre aportación nada puede añadir o quitar. El mundo no hará gran caso de lo que aquí digamos, ni retendrá por mucho tiempo la memoria del homenaje nuestro. Pero, en cambio, jamás podrá olvidar lo que hicieron los bravos soldados que se batieron aquí, en Gettysburg.
Nosotros, los que vivimos, tenemos la obligación sagrada de continuar y terminar noblemente la obra que comenzaron los que aquí sucumbieron. Ahora nos corresponde a nosotros dedicarnos por entero a la gran empresa que todavía está inconclusa, para que seamos dignos de los venerados muertos, para que tomemos de ellos la misma devoción a la causa por la que dieron la suprema prueba de afecto, para demostrar que no entregaron en vano sus vidas, que nuestra nación, colocada bajo el amparo de Dios, conocerá siempre la libertad tras este nuevo bautismo de sangre, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo jamás desaparezca de la Tierra.
- Abraham Lincoln, 19 de noviembre de 1863
LA GRAN BATALLA de Gettysburg, de la que durante tres días del mes de julio de 1863 fueron teatro las calles y alrededores de dicha pequeña población del Estado de Pennsylvania, resolvió el giro que habría de tomar la Guerra Civil. El Congreso decidió convertir en cementerio nacional el campo de batalla en que cayeron tantos valientes. El Presidente Lincoln fue desde Washington a hacer la dedicación del cementerio. El discurso que pronunció, con ser tan breve, constituye una de las más elocuentes declaraciones del credo democrático que se hayan expresado jamás.