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De la MEMORIA Venustiano Carranza, 1859-1920…

[...] Carranza convocó a los gobernadores a vigilar el cumplimiento estricto de las leyes electorales, pero apoyó abiertamente al único candidato civil, a la vez que hostilizó a Obregón al grado de que éste tuvo que huir para salvarse de un tribunal que de antemano lo condenaría.
El intento de imposición generó un conflicto con los sonorenses, quienes, alegando intromisión del ejecutivo federal en los asuntos de Sonora –estado gobernado por Adolfo de la Huerta-, se levantaron en armas el 23 de abril de 1920 llevando como bandera el Plan de Agua Prieta. En menos de un mes, la mayoría de los jefes militares desconocieron a Carranza y hasta el grupo militar más importante con el que pudo haber contado don Venustiano, el de Pablo González, se sublevó también. Los zapatistas se les unieron porque seguían combatiendo a Carranza, quien había felicitado y premiado a los asesinos de su caudillo. Además, la CROM estalló varias huelgas y ante la represión declaró la guerra al gobierno. Prácticamente todo el territorio del país estaba en manos de los rebeldes. Los problemas arrastrados a lo largo del periodo presidencial hicieron crisis: los revolucionarios no derrotados se unieron a Obregón, lo mismo que los diputados y los gobernadores; las clases populares y propietarias no lo apoyaron porque no les satisficieron sus medidas; los Estados Unidos estaban disgustados por su política exterior; y su intención civilista fracasaba ante el poder de los militares que habían hecho la Revolución. El gobierno de Don Venustiano terminaba aislado y debilitado al máximo. […]

Carranza lanzó un manifiesto a la nación el 5 de mayo siguiente, en el que lamentó la lucha política prematura y que existieran dos candidatos militares; condenó la propaganda subversiva obregonista a base de ataques a su gobierno y la ambigüedad de Pablo González al hacer campaña sin dejar el mando militar; denunció que en la sublevación Obregón estaba subordinado a De la Huerta; concluyó que el cuartelazo no debe ser medio ya para alcanzar el poder, que el conflicto tenía “caracteres exclusivamente militares” y que sólo entregaría el poder conforme a la ley.

Dos días después Carranza salió de la capital para emprender la huida por ferrocarril hacia Veracruz con un inmenso convoy, en donde esperaba instalar su gobierno y desde ahí combatir y derrotar a Obregón. La marcha fue lenta por el continuo acoso de los rebeldes y después de varios días, tuvo que abandonar los trenes porque las vías habían sido voladas.

Ya con pocos fieles acompañándolo, siguió a caballo, pero fue alcanzado en Tlaxcalantongo, Puebla, por fuerzas del general Rodolfo Herrero, las que asesinaron al Varón de Cuatro Ciénegas la madrugada del 21 de mayo de 1920, quien hasta el 30 de noviembre siguiente debió terminar el periodo presidencial para el que fue electo. También se cuenta que Carranza al verse herido y perdido, echó mano a su pistola y se suicidó de un tiro en el pecho.

 

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