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Del Diccionario Electoral...DINASTÍA

Proviene del latín dynasta que significa príncipe o señor que reinaba subordinado a otro soberano y se aplicaba a la familia real en el sistema monárquico, de modo que se refería a los integrantes de la misma estirpe que en forma periódica asumían la corona y condicionaban la política a sus propios intereses.

También se define como:

1) La sucesión del poder político entre los miembros de una sola familia, quienes heredan el gobierno de su país de un antepasado común. 
2) El período durante el cual reinaban una serie de monarcas o emperadores del mismo linaje.

A lo largo de la historia de muchos países se encuentran grandes dinastías que gobernaron por siglos, ya que todas las antiguas monarquías se consideraban depositarias del poder divino, el cual transmitían a sus descendientes por el solo hecho de serlo. En el proceso hubo muchas guerras y conflictos armados por disputas de territorio, que producían como consecuencia el cambio del poder de una familia a otra, lo cual también se lograba a través de alianzas matrimoniales.



Los bienes y las tierras se heredaban con el trono o se obsequiaban como dote, por lo que muchas dinastías extendían su dominio a varios estados como el caso de los Borbón, de origen francés que reinaron sobre Francia, España, Nápoles y Parma durante muchos siglos, situación que se conoce como política internacional dinástica, que son los bloques políticos entre países regidos por herederos de una misma dinastía. Algunas dinastías son : Los Tudor en Inglaterra que gobernaron entre 1485 y 1603, la familia real Valois en Francia quienes conservaron el poder entre 1328 y 1498, otros ejemplos son los Borbones, Merovignia, Carlovignia, Capetos, Habsburgo, Estuardos, Hohenzollern, Nassau, Bernadotte, Holstein -Glucksburgo.

En el lenguaje popular el término se ha restringido a las familias del antiguo Egipto y a sus etapas sucesivas de gobierno y en menor proporción a sus similares emperadores chinos pese a que estos últimos tuvieron dinastías que en conjunto duraron casi 4000 años: Hio, Shang, Shang, Chou, Tsin, Han, Han oriental, Wei, Tsin occidental, Suy, Tang, Liang, Ming y Ching.

Las revoluciones liberales fueron acabando poco a poco con las dinastías y los regímenes monárquicos. Apenas a fines del siglo XVIII, con la revolución francesa, se inició la instauración de gobiernos republicanos donde la voluntad popular es el origen del poder y, la elección el camino para ejercerlo. Esta nueva forma de gobierno proclamó la igualdad de todos los hombres y por tanto ninguno puede gobernar a sus semejantes por derecho divino ni entregar el poder político como herencia a sus familiares.

En la actualidad y dado que se sigue presentando el fenómeno de la transmisión del poder entre miembros de las mismas familias, aunque sea por " elección popular ", en Estados Unidos (en donde los Adams y los Bush, padre e hijo, han ocupado la presidencia de la república) la palabra dinastía se sigue utilizando, para designar a los grupos con vínculos de parentesco que buscan el poder o ejercer influencia política y detentan posiciones en el gobierno por un largo tiempo, tales como los Livingston, Washburn, Harrison, Tucker, Roosevelt y Kennedy, entre otros.

En México, los apellidos Alemán, Bartlet, Batres, Calderón, Cárdenas, Del Mazo, De la Madrid, Echeverría, Farías, Fernández Ceballos, Figueroa, García Estrada-Medina, Gómez Mont, González Torres-Martínez, González Parra, Hank, Ling, Lugo, Madrazo, Rojo, Rosell, Sánchez Anaya, Vicencio, etc. ejemplifican la tendencia hacia la formación de dinastías políticas. A nivel de los estados las tendencias dinásticas han sido más notorias en Hidalgo, México, Michoacán, Morelos, Nayarit, Tabasco, Chiapas, Veracruz y Zacatecas, en donde padres e hijos y hasta hermanos y nietos, han ocupado la gubernatura por elección popular.

 

En el actual gobierno de AMLO, también tienen espacio algunas dinastías políticas como Zoe Robledo, director del IMSS, hijo del ex gobernador de Chiapas, Eduardo Robledo Rincón y la secretaria del Medio Ambiente, Josefa González Blanco, con dos ancestros de igual apellido secretarios de Estado y gobernadores también de Chiapas. O Luis Antonio Ramírez, director del ISSSTE , hijo de Heladio Ramírez lider campesino y ex gobernador de Oaxaca, por citar los más conocidos.

El origen de esta supremacía es su alta posición social y económica que les ha permitido mantenerse dentro de la élite política a partir del fundador de la dinastía política. Obviamente esta posición y los vínculos políticos que genera, otorgan ventaja en la obtención de candidaturas en relación a los demás aspirantes. Las tendencias dinásticas son más acentuadas en una sociedad estática y oligárquica, de oportunidades desiguales para los distintos estratos sociales, cuya actividad política está limitada a las clases superiores y es proclive al nepotismo.

Para Esteban David Rodríguez (DERECHO DE SANGRE, Historias familiares del poder público en México) “el derecho de sangre ha sido central en la reproducción de la clase gobernante, cuyo ejercicio acota la circulación de las oligarquías en el poder y su consecuente, siempre sana, renovación...Ahora bien, muchos de los miembros de estas familias ciertamente han sido grandes personalidades, trabajadores esforzados, constructores de instituciones, aunque también los ha habido holgazanes, ladrones, usureros y corruptos...Pero el cuestionamiento no estriba en eso: lo verdaderamente importante es la igualdad de oportunidades en el acceso al poder, en un país que presume democracia desde 2000, pero en el que sigue prevaleciendo el derecho de sangre...Cada miembro de estas familias asegura que jamás ha tratado de hacer valer su apellido en una asamblea, en una postulación. Pero no es necesario: la inercia, el contexto y los vacíos e instrumentos legales apuntalan el cumplimiento de ese hecho...Si hay familias panistas con más de cincuenta años en el Poder Legislativo, priístas con siete u ocho gubernaturas en la familia, o partidos como el Verde, en el cual el hijo hereda directamente del padre la dirigencia de ese organismo; si en cada Estado de nuestro país hay uno, dos o más mandamases que heredaron el puesto dirigente a sus hijos, sin duda que todo ello no se ha reproducido en una realidad social equilibrada...La existencia de esos hechos implica la inexistencia de un cabal orden democrático. La transición cultural de México a la democracia es aún asignatura pendiente, urgente”.

En las elecciones, la pertenencia a una familia de políticos puede facilitar el reconocimiento del nombre y desde luego, el aprovechamiento de la buena imagen del fundador de la dinastía y de sus sucesores más distinguidos, si es que el apellido tiene algún significado positivo en la memoria del electorado. A la inversa, también la campaña negativa puede centrarse en la ideología y hechos de la dinastía política para atribuirle al candidato determinadas posiciones e intenciones políticas negativas.