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2022 Dic 02 Militarización. Juan Villoro.

 

No hay dura que la progresiva fuerza que está adquiriendo el Ejército. No hay nada más conservador que ser su rehén.

Tomás Eloy Martínez, autor de Santa Evita, entrevistó a Perón en su exilio y aprovechó para preguntarle por qué, siendo militar, no había llamado al Ejército en momentos cruciales. El general respondió con un apotegma: el problema no es sacar a los soldados a las calles, sino regresarlos a los cuarteles.

Desde que Felipe Calderón inició la guerra contra el narcotráfico, México padece una ocupación militar que ha exacerbado la violencia y los daños a la población civil. En su campaña, López Obrador prometió revertir esta estrategia, pero cambió de opinión al calibrar la correlación de fuerzas desde la Presidencia.

¿Qué hacer con las tropas que patrullan el país sin aportar seguridad? Por presiones de Trump, la recién creada Guardia Nacional se ocupó de detener a los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos. Además, abordó otras tareas. La progresiva ampliación de sus funciones, ¿ciudadaniza al Ejército o militariza al país?

Empecemos por algo positivo. Resulta encomiable que en mayo de 2022 se firmara un acuerdo con los Carabineros de Italia para reforzar la custodia del arte mexicano. El convenio fue precedido del otorgamiento del Águila Azteca, en septiembre de 2021, al general Roberto Riccardi, titular de los Carabineros. Pocos países tienen más conocimiento que Italia en la recuperación de obras de arte. Llama la atención que los medios hayan hablado tan poco de la asesoría que el Batallón de Patrimonio Cultural recibe de expertos italianos en piezas robadas.

También es provechoso que la Guardia Nacional participe en ciertas obras de construcción, atienda a damnificados y supervise puntos neurálgicos de seguridad. Pero ¿cuál es el límite de su poder?

La pregunta cobró mayor urgencia en septiembre con las revelaciones del colectivo Guacamaya, que investigó a fuerzas militares en América Latina. De los 10 terabytes liberados, 6 corresponden a México. Hay que tratar con cautela una información que puede estar plagada de inexactitudes: también los espías dicen mentiras (Graham Greene escribió una novela maestra sobre el tema, Nuestro hombre en La Habana).

Pero no hay duda de la progresiva fuerza que adquiere el Ejército. Hace poco se cancelaron las órdenes de aprehensión a 16 militares vinculados al caso Ayotzinapa y el titular de Sedena, Luis Cresencio Sandoval, se negó no sólo a comparecer ante el Congreso, sino a recibir a una delegación de diputados. Con ese gesto se puso por encima de la Constitución.

Próximamente, el sector castrense se hará cargo de las aduanas, una aerolínea y hoteles en la península de Yucatán. Además, la reforma constitucional ampliará su presencia en las calles hasta 2028. ¿Tiene sentido empoderar de ese modo a las tropas sin saber quién gobernará en los próximos años?

El Presidente acusa de conservadores a todos los que cuestionan su política, incluidos los que se encuentran a la izquierda de él. Pero no hay nada más conservador que ser rehén del Ejército.

En su número de noviembre, la revista Zócalo, de clara tendencia progresista, dedica un estupendo dossier a los Guacamaya-leaks. Ahí, Tanius Karam refuta la tesis de que el Ejército, por su disciplina y eficacia, es un apoyo insoslayable para el Ejecutivo. El solo hecho de que la información fuera hackeada demuestra inope-rancia Además, los reportes revelan pifias. Al respecto escribe Karam: “Los militares han sabido de ataques que se iban a dar como el del pasado julio en Caborca, Sinaloa -donde sicarios desataron una balacera contra elementos de la Agencia de Investigación Criminal-, y no hicieron nada Si antes preocupaban poderes fácticos como las televisoras, sindicatos, monopolios de telecomunicación, hoy se suma esta lista cuando no a la cabeza la Sedena, que aparte de fortalecerse [...] está obteniendo un importante enriquecimiento haciendo de éste un nuevo poder extractivo de recursos públicos”.

En la misma revista, Alejandro Navarrete señala que el titular de Sedeña tiene como asesores, con sueldos de 150 mil pesos mensuales, a los generales encargados de la seguridad con Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. ¿Ese grupo maneja su propia agenda? ¿Cuál es el límite de su lealtad?

En los albores del militarismo alemán se decía: “Prusia no es un país que tiene un Ejército, sino un Ejército que tiene un país”. México no parece tener un porvenir al que se avanza sino al que se marcha.

 

 

Tomado de: Reforma