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2024 Sept 2 Fuerzas Armadas: entre la continuidad y la ruptura. Eduardo Guerrero Gutiérrez.

La presidenta electa dejó para el final los nombramientos de quienes serán, durante su gobierno, los titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Secretaría de Marina. Nos enteraremos hasta fines de mes. En cierto sentido se trata de las carteras más delicadas. La seguridad es el ámbito en el que un ‘rompimiento’ con el obradorismo, o al menos un golpe de timón, resulta más necesario. El sexenio no cierra bien.

Después de haber reportado una ligera disminución en años previos, la violencia está repuntando. De acuerdo con las cifras de Lantia Intelligence, el número de víctimas letales del crimen organizado aumentó 10 por ciento en el primer trimestre de 2024 y 6.2 por ciento en el segundo trimestre. En Chiapas, el territorio ya parece fuera del control de las autoridades. Además, está el riesgo inminente de que se desate la guerra entre Los Chapitas y Los Zambada; la semana pasada tuvimos un adelanto en Culiacán. En este contexto, cualquier indisciplina militar saldría muy cara.

El problema es que, a pesar de la situación crítica, la actual cúpula militar parece en sintonía con la lógica que se impuso en este sexenio: no intentar golpes mayores, ni al liderazgo, ni a los negocios, ni a las capacidades operativas de los grupos criminales, y esperar que la mística de los abrazos —sumada al mero incremento de la presencia de tropas y guardias— baste para recuperar la paz. En esta coyuntura, para romper con la inercia, Claudia Sheinbaum haría bien en buscar relevos para Sedeña y Semar que no formaran parte del círculo cercano de los actuales secretarios, en particular del general Luis Crescencio Sandoval.

Un tema espinoso es la relación que habrá entre la cúpula militar y el futuro secretario de Seguridad y Protección Ciudadana: Ornar García Harfuch. Con AMLO, los titulares de la SSPC —Alfonso Durazo y Rosa Icela Rodríguez— aceptaron actuar con cierta subordinación. En esencia fueron ‘amortiguadores’ que evitaban el desgaste de los generales Sandoval, Rodríguez Bucio y Córdova, y del almirante Ojeda Durán. Apoyaron de forma incondicional la directriz de dejar el mando operativo de la Guardia Nacional, junto con la definición de la estrategia contra el crimen organizado, en manos de militares. Pero eso sí, entraban al quite para el control de daños en momentos difíciles, como las protestas de elementos de la extinta Policía Federal en el primer tramo

del sexenio.

No creo que García Harfuch vaya a desempeñar un papel similar. Aunque la Guardia Nacional pase a estar adscrita formalmente a Sedeña, él probablemente buscará impulsar un viraje, que implique una actitud más firme para desarticular a los grupos de mayor peligrosidad, como hizo con las principales mafias que operaban en la capital hasta 2020. Para lograrlo será necesario, sobre todo, que la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas aprendan a trabajar de forma coordinada con las fiscalías de los estados, algo que hasta ahora ha sido muy complejo.

Así que Sheinbaum no la tiene fácil con los nombramientos para Sedeña y Semar. Lo ideal sería encontrar, entre los generales y almirantes elegibles, perfiles que actúen con autonomía respecto a los actuales secretarios y respecto a AMLO. Dispuestos a trabajar con García Harfuch, e incluso a seguir su liderazgo para la ejecución de operativos. Por supuesto, también hay que mantener un balance. Sería muy delicado que los nuevos secretarios alienaran a la tropa y al resto de la cúpula militar. Es importante que se trate de perfiles que, aunque tengan voluntad de impulsar un cambio, cuenten con un amplio respaldo dentro de sus instituciones.

Consulté con otros expertos, que conocen bien la vida interna de las Fuerzas Armadas, sobre los nombres que están sonando para Sedeña. Coinciden, grosso modo, con los que ya se han manejado en medios: los generales Ricardo Trevilla Trejo, actual jefe del Estado Mayor Conjunto; Gabriel García Rincón, subsecretario de Defensa, y Femando Aguirre O. Sunza, director del Colegio de Defensa Nacional. Entre éstos, los primeros dos se identificarían más como una apuesta por la continuidad. AMLO ha mandado señales de que ambos gozan de su visto bueno, e incluso se dice que García Rincón es el perfil que está impulsando el secretario saliente, Luis Crescencio Sandoval.

En contraste, el nombramiento de Aguirre O. Sunza se podría leer como un paso hacia un gabinete de seguridad más equilibrado. Dentro de este nuevo equilibrio, las Fuerzas Armadas ya no serían las garantes del legado intocable del obradorismo y del principio de no confrontación. No se daría vuelta atrás a 2018. El Ejército seguiría siendo la columna del aparato mexicano de seguridad, pero sus mandos trabajarían en pie de igualdad con los mandos civiles.

 

 

Tomado de: El Financiero