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2025 Feb 3 “Aliados”. Manuel J. Jáuregui.

Siempre, pero siempre, es el PUEBLO el que paga los errores de su Gobierno, o sus excesos, pifias o abusos. Consideramos que el castigo económico -vía aranceles- que el Gobierno norteamericano le impuso a las exportaciones mexicanas constituye una de esas instancias. Es el Gobierno -y no el pueblo- el encargado de las políticas migratorias, y de la misma manera es el Gobierno, y no el pueblo, el responsable de combatir la ilegalidad y el tráfico de sustancias prohibidas.

Suena lógico pensar que lo dicho por el Presidente de Estados Unidos, PÚBLICA y ABIERTAMENTE, empleando acusaciones directas monstruosas contra el Gobierno mexicano acarrea implicaciones de considerables consecuencias, en este caso, para el multicitado Gobierno mexicano.

Analicemos lo que dijo el Presidente Trump (que no es santo de nuestra devoción) cuando anunció unilateralmente las tarifas, de pasada violando el T-MEC.

Afirmó ante el mundo: “Los cárteles mexicanos tienen una ALIANZA (énfasis

nuestro) intolerable con el Gobierno de México.

“Esta alianza pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos y debemos erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles del entorno bilateral.

“El Gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para fabricar y transportar drogas ilícitas que en conjunto han provocado la muerte de cientos de miles de víctimas en Estados Unidos por sobredosis”.

Si esto fuese cierto, es decir, si EU posee pruebas sobre esta “alianza”, ello involucra al Gobierno mexicano, Y NO A LOS CIUDADANOS. Nos parece injusto que el Gobierno norteamericano tome medidas punitivas contra el Gobierno mexicano que RECAEN pesadamente sobre el inocente pueblo mexicano. Si acaso tienen pruebas, pues entonces que enfoquen sus baterías sobre aquellos en el Gobierno mexicano culpables de haberla instigado esta insana alianza, pasada o presente, con los cárteles.

No deben pagar justos por pecadores: el pueblo, al final, es VÍCTIMA de esta alianza, pues la violencia que se ha desatado lo ha perjudicado enormemente. Con el agravante de que ahora debe padecer las consecuencias de desmedidos aranceles que frenarán nuestras exportaciones, atacarán nuestro PIB, y desaparecerán cientos de miles de empleos, justo cuando lo que nos urge es crearlos.

Debe el Gobierno norteamericano dimensionar el calvario del pueblo mexicano, que en los hechos se encuentra bajo el sometimiento de un yugo totalitario, mismo que los norteamericanos sospechan de ser “aliado” de las organizaciones criminales. Todo lo que hace este régimen autoritario afirma realizarlo -como buenos demagogos- a nombre “del pueblo”, ya que en su argot, ellos y sólo ellos lo representan. Se enredan en la bandera argumentando que el “extraño enemigo” que pisotea nuestro suelo -o amenaza con ello- la trae contra el pueblo “que no está solo”, pues tiene un Gobierno que lo “defiende”. Ello cuando la realidad es que ha sido el Gobierno mismo el que con sus acciones y omisiones nos ha metido de lleno y hasta las pestañas en este brete tan grave con el Gobierno de Estados Unidos.

Un vocero de la Administración Trump le aclaró al cuerpo de prensa de la Casa Blanca que la ÚNICA MÉTRICA que podría levantar estas sanciones arancelarias sería que DISMINUYERA el número de víctimas mortales por fentanilo en Estados Unidos y se incrementaran los decomisos en la frontera. Estarán de acuerdo que los únicos responsables de estas dos tareas dependen totalmente del Gobierno mexicano.

Quienes luchamos somos el pueblo, no sólo contra la rampante inseguridad interna, sino ahora contra la desaparición de la independencia del Poder Judicial, el sometimiento del INE y la desaparición del Instituto de Transparencia, cuyas funciones han sido raptadas por una dependencia gubernamental dependiente total del Poder Ejecutivo.

No habrá más en México transparencia: sólo opacidad, pues el que decidirá qué información darle o no al pueblo será el Gobierno mismo, violando así el sagrado precepto de la transparencia: que donde se gasta el dinero del pueblo deben estar los ojos del pueblo.

En suma, a puro palo nos traen, y sí, sí estamos solos, pues nadie defiende realmente a los ciudadanos. 

 

 

Tomado de: Reforma