2025 Feb 10 Su escudo. Jesús Silva Herzog Márquez.
El 5 de febrero el cambio de régimen encontró la ceremonia perfecta de su consumación. Hace un año escuchamos con incredulidad la propuesta testamentaria de López Obrador: eliminar el fastidio de un poder independiente para que la última pieza de poder autónomo empalmara con la nueva hegemonía. En doce meses aquello que parecía tan absurdo como improbable se ha convertido en realidad. La democracia constitucional ha muerto.
El poder judicial agoniza mientras caminamos a una elección destinada al fracaso. Sheinbaum encontró en la ceremonia de Querétaro una imagen de la república en la que cree: un auditorio que le echa porras y donde no hay lugar para la discrepancia. Una ceremonia de Estado convertida en asamblea de partido. Triste espectáculo de una pluralidad asfixiada. La presidenta de la república cobijada por sus colaboradores más cercanos y sus uniformados. Los representantes del legislativo, cabezas de un poder constitucional, arrinconados en los extremos. El presidencialismo del nuevo régimen no esconde su inspiración monárquica. La presidenta y su corte en el centro. Los discrepantes fuera. A la presidenta de la Suprema Corte de Justicia se le niega invitación a un evento que exigiría su presencia destacada. Nos faltó al respeto y por eso que no la invité, dijo la presidenta Sheinbaum, como si se tratara de la fiesta de cumpleaños a la que convoca a sus amigos y compadres. Quienes sí recibieron invitación son las delegadas de Morena en la Suprema Corte que hacen campaña para permanecer como ministras.
El aniversario más reciente de la Constitución da cuenta de que los linderos esenciales de la vida democrática se han destruido bajo el nuevo régimen. Gobierno y partido, partido y Estado se confunden. El teatro de la república en Querétaro convertido en asamblea de Morena. El evento del miércoles pasado no tuvo como propósito celebrar la constitucionalidad, sino aclamar el nuevo presidencialismo autoritario. En actos de Estado, la presidenta Sheinbaum actúa como jefa de facción que excluye a las instituciones que desprecia. El nuevo régimen no hace siquiera el esfuerzo de dar trato decoroso a los poderes de la república. Al legislativo se le margina del escenario, mientras se prescinde del poder judicial. El autoritarismo estrena celebraciones a la medida de su soberbia.
Sheimbaum celebró en Querétaro una constitución ha dejado de ser una ley para ser nuevamente manifiesto de la voluntad del poder. La constitución es nuestro escudo dijo Sheinbaum. La metáfora es clarísima. La presidenta ve en la constitución una lámina que resguarda su poder. Un arma para la defensa del gobierno. Es claro que la morenista no ve en la constitución un límite al poder del congreso o del ejecutivo. No la entiende como resguardo de los derechos de las minorías, ni como un complejo estatuto de límites. La constitución tampoco es para ella el espacio de las coincidencias esenciales, sino el arma de los vencedores contra los enemigos. Para Sheinbaum la constitución es protección del gobierno bajo el argumento de que encarna a la nación amenazada adentro y afuera.
La presidenta propone un par de cambios para reforzar su escudo. La primera es razonable y atiende un vicio político que se ha agudizado en fechas recientes: la incrustación de la parentela en la estructura del poder. Sheinbaum propone prohibir el relevo familiar a través de las elecciones. Cónyuges, hijos, padres no podrán ser candidatos para sustituir a sus parientes. La segunda es preocupante. La presidenta quiere volver a prohibir la reelección de legisladores y autoridades municipales. Su propuesta no se acompaña de una reflexión sobre el impacto de la reelección en el funcionamiento del congreso y de los ayuntamientos. Solamente una equivocada alusión a la historia. La no reelección maderista estaba dirigida a la presidencia y a las gubernaturas, no a los legisladores o presidentes municipales. La no reelección fue un mecanismo crucial de la relojería autoritaria del priismo. Alonso Lujambio lo estudió minuciosamente. Sheinbaum quiere dar otro paso en la constitucionalización del autoritarismo.
Tomado de: Reforma