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2025 Mar 20 Justicia impotente. Juan José Rodríguez Prats.

No queremos saber nada de los jueces (…) hechos de pura lógica. Queremos jueces con alma (…) que sepan llevar con humano y vigilante empeño el gran peso que implica la enorme responsabilidad de hacer justicia. Piero Calamandrei.
Me equivoqué. Creí que el fraude filmado con el que se eligió a Rosario Piedra como presidenta de la CNDH y su reelección siendo la peor evaluada, además de su evidente ineptitud y negligencia; la exitosa maniobra de la ministra Yazmín Esquivel para impedir que un órgano colegiado de la UNAM pudiera hacer su trabajo para confirmar el plagio de su tesis; la designación directa como ministra de Lenia Batres por el Ejecutivo federal sin cumplir los requisitos constitucionales, eran los peores desquiciamientos y contorsiones de nuestros ordenamientos legales.

Pues no. El proceso de elección de jueces, magistrados y ministros está ganando esta deshonrosa competencia. Es una grave lesión a la dignidad, no tan sólo de los profesionales del derecho, sino también del pueblo de México.

¡Qué deleznable paradoja! A partir del inicio de nuestra transición hacia la democracia, nuestras leyes han tenido las más aberrantes reformas, por sus resultados. Ejemplos:

  • Se modificó el método para elegir fiscales con el propósito de darles independencia y ahora son más sumisos.
  • Se sincronizaron las elecciones locales con las federales y la ciudadanía vota en bloque por los candidatos del mismo partido sin evaluar otras propuestas.
  • Se aprueba la reelección de legisladores para profesionalizar el trabajo parlamentario y los senadores y diputados, con obsesiva perseverancia, se dedican a cultivar sus clientelas electorales.
  • Las medidas para impulsar la paridad de género han pervertido el trabajo de los partidos en su teórica función de postular candidatos idóneos.
  • La legislación del sector energía es un embrollo que está impidiendo las inversiones requeridas.
  • Se insiste en la soberanía y nuestra dependencia aumenta.
  • Se incorporan a la Constitución cambios inocuos y la brecha entre el México legal y el México real se sigue ampliando y profundizando.

Hacer leyes tiene su ciencia. Dos recomendaciones: es preciso tener muy claro qué se pretende y si el instrumento idóneo radica en el ámbito de lo jurídico. Esas tareas elementales han sido soslayadas por los responsables de tan trascendental labor.

Mis maestros de Derecho repetían un proverbio latino, Jus semper loquitur: el derecho siempre habla. Desde la presentación de la iniciativa de reforma al Poder Judicial se han señalado sus enormes fallas. Donde los jueces no operan no hay juridicidad, hay un vacío legal. Las condiciones nacionales (el horror de los campos de entrenamiento y exterminio, buena parte del país en manos del crimen organizado) y nuestros compromisos internacionales son los menos apropiados para llevar a cabo una reforma de esa magnitud. A mi juicio, hay graves omisiones de la Suprema Corte que tiene el ineludible deber de preservarnos como república que es, sustancialmente, la división de poderes.

Efectivamente la reforma implica un cambio de régimen, consiste en desmantelar los controles constitucionales. Insistir en ella es un crimen de lesa patria. Hay recursos que es menester agotar para impedirlo. Me alarma percibir en buenos juristas con indudable calidad moral, resignarse con lo que parece inevitable. Hay hechos que constituyen delitos en el desacato de medidas cautelares y, desde luego, acciones del INE y del Tribunal Electoral para las que no tenían ni tienen facultades expresas.

Se habla en la doctrina de jueces activistas; es decir, que no desertan de sus compromisos éticos y autorrestrictivos, quienes se cobijan en las apariencias del sometimiento a las formas. Los primeros son los que han evitado dictaduras. Tan sólo imaginar las campañas de los aspirantes y la elección sin ciudadanos el primero de junio nos debe impeler a no ceder. Las generaciones del futuro lo reconocerán.

 

Tomado de: Excélsior