2025 Abr 23 Corrupción mística. Andrés Clariond Rangel.
Dicen los morenistas que las élites están muy enojadas porque perdieron sus privilegios, pero no han perdido nada. ¿Y el museo de la corrupción?
Después de seis años y cacho de ser gobernados por quienes aseguraron que no eran iguales a sus predecesores, por quienes se plantearon como meta principal terminar con la corrupción, por quienes se equiparaban con la llegada de la independencia y la revolución, seria natural suponer que, para topamos con el desvío de fondos y el tráfico de influencias en el México actual, tendríamos que asistir a un museo.
Es extraño que la 4T no celebre su paso firme en el camino de la rectitud inaugurando un museo de la corrupción. Un tour guiado en Los Pinos donde el visitante recorriera exposiciones sobre el auge inmobiliario de los Alemán, el mal gusto de la Colina del perro, los millonarios negocios de los Salinas, la cursilería de las cabañas de Fox o la superficialidad de Peña y la Gaviota.
¿Por qué la 4T no ha sumado ese museo a la oferta cultural de la CDMX? Porque la visita guiada estaría incompleta sin los hijos de AMLO, Cuauhtémoc Blanco y Adán Augusto, entre muchos otros. Así lo demuestra el Índice de la Percepción de la Corrupción 2024 de Transparencia Internacional, donde México alcanzó 26 puntos sobre 100, dos puntos menos que la calificación obtenida al final del gobierno de Peña Nieto.
Desde que México entró en su etapa democrática la lucha contra la corrupción ha sido un reclamo popular. Según algunos expertos es más grande el boquete que hace en el presupuesto la evasión fiscal que la malversación de fondos. Un dato dudoso si tomamos en cuenta que la corrupción es una cifra difícil de estimar. Pero independientemente de eso, el peculado es un delito que le duele mucho a una población traicionada por quien dice una cosa y hace otra.
López Obrador tomó la bandera de la honestidad desde su primera campaña, cuando incluso rechazó alianzas indignas con personajes de la calaña de Elba Esther Gordillo. Pero en su último intento por ser Presidente se convirtió en imán y atrajo cualquier cantidad de desechos. Sin embargo, siguió con el tema de acabar con la corrupción, más como un estribillo pegajoso que como una idea fundada en propuestas concretas.
Uno de los momentos fundacionales de la 4T sucedió en la pasada campaña de Andrés Manuel. Cuenta la leyenda, esparcida por el mismo AMLO, que un poblador (¿estafado por los abonos chiquitos del tío Richie?) le pidió al entonces candidato de Morena emular lo que hizo Juárez con la Iglesia y separar el poder político del económico.
Hoy, cuando se les pregunta a los seguidores del régimen sobre la cuenta pendiente con la corrupción, desenfundan el argumento de que el gran éxito de la 4T hasta el momento es haber logrado tal separación. En un gradualismo convenenciero afirman que no se pueden hacer cambios bruscos con tanta rapidez, pero que haber relegado del olimpo gubernamental a los magnates mexicanos es de aplaudirse después de años de privilegios.
¿En verdad la 4T acabó con la mafia en el poder? Es cierto que el SAT ha logrado ser más eficiente cobrándole a los grandes contribuyentes, aunque ninguna cifra que los asuste. Sin embargo, la lista de los mexicanos más ricos sigue siendo la misma y a las comidas empresariales a Palacio van los mismos que en los tiempos del PRIAN. Dicen los morenistas que las élites están muy enojadas porque perdieron sus privilegios, pero no han perdido nada.
La relación de López Obrador, y por tanto de Morena, con la corrupción es medio histérica. Por un lado, es probable que AMLO no fuera el típico político que soñaba con poseer Ferraris y mansiones, pero sí utilizó la malversación de fondos para financiar su llegada al poder. Quizá valore rodearse de gente honesta, aunque utiliza la ambición de sus colegas y opositores para con mañas doblarles las manos e imponerse.
El legado de López Obrador en lo relativo a corrupción y que repiten sus sucesores es ver a ese flagelo con misticismo y no con practicidad. Ventajosamente resumen su solución a un asunto de voluntad y valores, con eso mantienen contentos a sus adeptos y hacen lo que quieren. ¿Cuántos políticos actuales se han beneficiado de la verborrea anticorrupción y la falta de acción? ¿Si desde arriba se decreta el "Se acabó la corrupción” cuál es la necesidad de luchar contra lo inexistente?
Tomado de: Reforma