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Escobar Toledo Saúl. El camino obrero. Historia del sindicalismo mexicano, 1907-2017.

 

PRESENTACIÓN

Este libro pretende recuperar la memoria para entender el presente. Muchos libros de historia se han fijado un objetivo similar. En este caso, sin embargo, recuperar la memoria de los acontecimientos que, desde nuestro punto de vista, han sido decisivos para los trabajadores mexicanos, adquiere una importancia especial, debido a que en las últimas décadas perdieron importancia en el debate nacional. El interés se desplazó a otros asuntos: el cambio político, el protagonismo de otros sujetos sociales o las mudanzas que ha sufrido la sociedad, enfocadas desde otros ángulos.

En cambio, problemas como la evolución del sindicalismo, las políticas laborales, el salario y el empleo, las distintas y novedosas formas de contratación, y la legislación del trabajo, recibieron una atención cada vez menor. Ello se explica por varias razones: de un lado, las tendencias dominantes que han conducido la globalización impusieron un pensamiento basado en la competencia, la productividad y la superioridad del mercado. La calidad de vida y el mejoramiento material de los trabajadores se consideraron residuales, es decir que se obtendrían como resultado de una mayor integración de las sociedades al mercado mundial. De esta manera, no tenía caso reflexionar o analizar los problemas laborales, pues éstos se solucionarían a largo plazo como producto del avance de la globalización.

Por otro lado, las sociedades conocieron nuevos problemas o se agudizaron otros más antiguos. En el caso de México, la violencia, la falta de soluciones reales a la pobreza y al estanca‐

miento económico, el saqueo de los recursos naturales y las afectaciones a las comunidades dieron lugar a una reflexión que dejó a un lado los temas del trabajo. A ello se sumó la falta de vigor del protagonismo de los sindicatos, la mayoría de los cuales se convirtieron en membretes cuya actuación es desconocida por los trabajadores. Hay incluso la percepción de que más bien actúan en contra de sus intereses. Así, desde la resistencia al capitalismo global y sus efectos adversos, parecía no tener mucho sentido recurrir a la organización sindical o plantearse demandas como aumentos salariales, nuevas políticas o leyes protectoras de los trabajadores.

De esta manera, los contados sindicatos independientes y representativos, los núcleos de activistas sindicales y los estudiosos del tema en la academia fueron cada vez menos escuchados. Los temas laborales simplemente dejaron de importar.

Las cosas, sin embargo, empezaron a cambiar desde hace unos años, a causa de la crisis mundial de 2008, la llamada Gran Recesión, que afectó a los países capitalistas desarrollados y a buena parte del resto de las sociedades del mundo. Al tratarse de explicar las fallas del sistema, temas como la desigualdad y la pobreza se relacionaron con los salarios, la desocupación y los empleos precarios. De la misma manera, se empezó a discutir si la situación de los sindicatos estaría relacionada con un deterioro del equilibrio en las relaciones obrero-patronales y, por lo tanto, con los problemas del desarrollo económico.

Poner los ojos otra vez en la problemática laboral ha traído un renovado interés en el debate sobre la globalización y el futuro del capitalismo.

Este regreso a los problemas del trabajo no sólo surgió de la preocupación intelectual de quienes trataron de explicarse la crisis mundial y sus efectos. Provino también del malestar social que se produjo como resultado de esa crisis y que se ha manifestado en un conjunto de acontecimientos políticos inéditos y, para muchos, extraños y novedosos.

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, el surgimiento y la fuerza relativa que han adquirido movimientos ultranacionalistas en Europa (Inglaterra, Francia, Polonia y Hungría) y en otras partes del mundo (como Filipinas), el protagonismo de nuevas tendencias de izquierda (en España) y otros cambios políticos difíciles de clasificar (como el nacionalismo catalán o los chalecos amarillos en Francia) son una muestra del descontento con la globalización y la falta de alternativas intelectuales y políticas.

Todos estos fenómenos tienen en común su excepcionalidad, su origen ideológico diverso, sus formas de manifestación variadas, sus objetivos políticos mezclados y difíciles de formular de acuerdo con los parámetros clásicos. Aunque hay similitudes, parecen más bien una suma de actores y fenómenos singulares que sólo tienen en común su descontento con la globalización capitalista y su repudio al sistema político dominante.

De esta manera, la incertidumbre se ha apropiado de la situación mundial. Muchos aseguran que estamos ante el fin de una etapa y el principio de otra, pero las opiniones sobre qué termina y qué puede comenzar no están en absoluto claras.

Así pues, para tratar de entender cómo llegamos hasta aquí, cómo comprender este momento de transición y qué soluciones o propuestas pueden resultar viables para un futuro mejor para la humanidad, el tema del trabajo es de gran utilidad.

Discutir el papel de los sindicatos, las políticas salariales, la situación del empleo y, en general, la calidad de vida de los trabajadores y sus condiciones laborales en las empresas y en los mercados de trabajo es indispensable, de nueva cuenta, para pensar el presente e imaginar el futuro.

La historia que vamos a contar en este libro pretende, como parte de otras expresiones a nivel mundial, recuperar la memoria de las luchas, organizaciones, hechos, personajes, tendencias y problemas relacionados con el trabajo en México durante poco más de 100 años, con el objetivo de entender mejor las disyuntivas del presente.

Una aclaración conceptual: el término trabajadores se refiere, en su significado más elemental, a las personas que tienen que realizar una tarea para obtener una remuneración para el mantenimiento de ellos mismos y sus familias. Bajo esta definición se incluye todo tipo de trabajadores: formales e informales, asalariados y por cuenta propia, de la ciudad y del campo. Sin embargo, en este libro, cuando hablamos de trabajadores nos referimos casi siempre a trabajadores asalariados subordinados a un patrón. En algunos casos, hablaremos de obreros o clase obrera con el mismo significado, aunque normalmente se entiende a estos últimos como los trabajadores industriales.

Dichos conceptos, trabajadores asalariados y, en particular, obreros fabriles, deben ser entendidos como integrantes de un sistema capitalista que hoy impera en todo el mundo. Por lo tanto, cuando hablemos del movimiento obrero, nos referiremos a las expresiones de descontento y rebeldía contra el sistema capitalista en sus diversas formas. Como veremos, éstas fueron desde la insurrección armada hasta la gestión sindical pacífica; desde ideologías que buscaron derrumbar el sistema hasta aquellas que se propusieron lograr mejoras relativamente sin transformaciones radicales. Desde luego, los movimientos sociales no se agotan en la lucha sindical. Los trabajadores tampoco se han limitado a expresar su descontento por medio de los sindicatos. Sin embargo, por lo menos en el caso de México, las organizaciones sindicales han sido el principal vehículo de expresión del descontento de los trabajadores frente a su patrón o empleador. Éstas son las historias que deseamos contar.

 

 

 

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