1970 May La patria del criollo. Severo Martínez Peláez.
PRÓLOGO
En este libro se ensaya hacer Historia de Guatemala bajo principios metodológicos que se aplican por primera vez al estudio de nuestro desarrollo. Conviene por eso indicar los propósitos del trabajo y avisar al lector sobre dos o tres puntos importantes.
La finalidad de este ensayo no es rendir informe de ciertos hechos averiguados y debidamente comprobados. El libro aporta ciertamente algo a la labor acumulativa de datos históricos, pero su verdadero cometido es más ambicioso: intenta dar un paso en la labor interpretativa de nuestro pasado, y aunque limita sus indagaciones al campo de la vida colonial —como lo anuncia el subtítulo— la tarea implica riesgos y una gran responsabilidad intelectual.
Se entiende aquí por interpretación histórica no aquel fantasear que a título de “historia filosófica” nos habla del “espíritu” de una época, de su “perfil cultural”, de la “vocación histórica de sus hombres” y otras quimeras parecidas. Tampoco se toma el compromiso de interpretar como un subterfugio para rehuir la investigación de lo concreto y tejer ingeniosas conjeturas disfrazadas de “ciencias sociales”. La Historia interpretativa, realizada bajo las normas que aquí se adoptan, no da por hecha y sabida la síntesis del período estudiado —porque entre nosotros no existen todavía esas condensaciones de conocimiento histórico— sino que la realiza como su labor fundamental, y es en la manera de sintetizar donde se encuentra el carácter interpretativo que a esta investigación se le atribuye. Alcanza ese rango la labor histórica cuando busca y consigue señalar los grandes hechos determinantes del proceso social; no los hechos más ruidosos —no las “efemérides”— sino aquellos que, operando en la base de la estructura de la sociedad, determinaron sus características más importantes y le imprimieron ciertas tendencias a su desarrollo. Así, ensayar la interpretación del proceso colonial guatemalteco —propósito de este libro— es investigar los fenómenos básicos de nuestra sociedad en aquel período y demostrar cómo ellos condicionaron sus modalidades más notorias. Es en dos palabras, explicar la vida colonial haciendo referencia a sus fundamentos.
En algunas de sus secciones el trabajo no llega a formular tesis, sino solamente hipótesis que podrían confirmarse sobre una información más amplia después de recabarla —pues se trata, en esos casos y en muchos otros de este libro, de temas históricos guatemaltecos totalmente inexplorados hasta hoy—. Considerando el valor tentativo de esos trozos ha querido el autor llamar ensayo al conjunto, sin ocultársele, empero, la posibilidad de haber encontrado y estar proponiendo, en otras secciones, claves de interpretación plenamente válidas y quizá definitivas.
Hay en Guatemala muchas personas aplicadas a la Historia, en plan profesional y también como aficionados, que desearán aportar valiosa crítica, de detalles y de fondo, cuando este primer esfuerzo de interpretación global de la colonia se les ofrezca como incitante y como punto de partida. Al autor le agradaría suscitar esa crítica, no sólo porque es necesaria para el afinamiento de la interpretación misma, sino porque significaría una cierta activación del pensamiento histórico, tan abandonado entre nosotros por venerar la noticia muerta
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Un estudio que pretende ir a las bases de la sociedad colonial tiene que referirse constantemente al trabajo de indios y de los ladinos menesterosos, a las diversas formas en que fueron explotados, a las pugnas que por ese motivo se daban entre los grupos dominados y los dominantes, y aun entre estos últimos disputándose el dominio de aquéllos. Por esa razón, términos como explotación y clases sociales —y los vastos conceptos económicos y sociológicos que en ellos van expresados— están presentes en todo el ensayo. Como son términos que el uso corriente ha llenado de connotaciones vagas, conviene precisar qué significado tienen en el libro.
La explotación es un fenómeno de relación económica, a través del cual una persona o un grupo humano se apropia valores creados por el trabajo de otro hombre o grupo, entendido que este último se ve obligado a tolerar dicha relación por circunstancias diversas, como puede serlo el estar físicamente forzado a tolerarla o el no disponer de medios de producción para trabajar por cuenta propia.
Una clase social es un conjunto numeroso de personas que, en el seno de una sociedad, presentan modos de vida semejantes e intereses comunes, determinados, unos y otros, por el papel común que dichas personas desempeñan en el régimen económico de dicha sociedad y especialmente en el régimen de la propiedad.
Ambos conceptos son grandes aciertos de la Economía Política, han ampliado enormemente las posibilidades del análisis histórico, son manejados con provecho por los Historiadores importantes de nuestro tiempo, y no hay ningún motivo para mantenerlos desterrados del ámbito de nuestra historiografía.
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Entre los materiales analizados para componer este libro, tiene destacada importancia la célebre Recordación Florida del cronista guatemalteco Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán. Por ser esa obra una extraordinaria veta de información histórica, se la emplea en varias formas, como fuente de noticias variadísimas, como testimonio de situaciones sociales muy complejas, como reflejo de ciertas modalidades del pensamiento colonial, y aun otras que en el trabajo se verán. Sin embargo, no se pretende hacer un estudio exhaustivo de la crónica la cual puede examinarse desde otros ángulos que no interesan a los fines del ensayo. Tampoco hay intención biográfica. Las frecuentes alusiones a la vida del cronista son recursos expositivos, pretextos para entrar, en forma graduada y viva, a la concreción de la existencia colonial. Conforme el estudio penetra en áreas más profundas de aquella existencia, la crónica le cede lugar a muchos otros documentos de alto valor histórico y el cronista nos abandona, orientados ya en su mundo.
Finalmente —he aquí otra advertencia necesaria— debe entenderse que los numerosos análisis que se hacen del pensamiento de aquel notable hombre del siglo XVII no son, como podría suponerlo un lector desprevenido, refutaciones o ataques al cronista, sino solamente explicaciones del porqué de aquella manera de pensar. En ningún punto de este trabajo se quiere juzgar a los hombres o a los grupos aludidos; en ningún momento se sugiere que. pudieron haber actuado de manera distinta de como lo hicieron. Se sostiene, muy al contrario, que no les habría sido posible comportarse ni pensar en otra forma, porque su conducta estaba modelada por factores históricos más poderosos que su voluntad. Los análisis tienen la única finalidad de sacar a luz las motivaciones más o menos profundas de aquel comportamiento, partiendo del supuesto de que su comprensión tiene interés perdurable y una alta significación actual.
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Inevitablemente habrá quienes, motivados por un patriotismo falso y mal intencionado, dirán que en este libro se atenta contra ciertos “valores nacionales” —así, entre comillas—.
No hallarán otro recurso cuando comprueben que el análisis científico remueve la máscara bajo la cual se oculta el verdadero rostro de nuestra realidad colonial. Sin embargo, el autor sabe que esa reacción sólo ha de darse entre minorías interesadas en mantener aquella ficción histórica. Un número creciente de guatemaltecos intuye, sin equivocarse, que nuestra afirmación como pueblo exige que aprendamos a renegar de nuestro pasado en tanto que es un pasado colonial; o lo que es lo mismo: la necesidad de reconocernos y afirmarnos más bien en nuestras posibilidades latentes proyectadas hacia el porvenir.
Aunque este libro no se propone exaltar ni negar valores, sino explicar realidades, el lector abierto a la verdad encontrará en él, si tal cosa busca, sólidos puntos de apoyo para una enérgica afirmación de nuestro ser social.
Es solamente la vieja idea de patria criollista la que en este estudio pone al desnudo sus limitaciones. Con ello se despeja el camino para la formación de un concepto cada vez más amplio de patria guatemalteca, más integrativo, a tono con las exigencias democráticas de la época que nos ha tocado vivir.
La programación y aun la redacción de este ensayo contemplan las posibilidades de un lector culto pero no especializado, que es a quien principalmente se dirige como mediador activo entre el autor y los sectores que no leen. Temas y tratamientos responden a un orden escalonado, según el cual cada trozo del libro prepara al lector para pasar a niveles de mayor hondura y complejidad. La obra puede leerse así sin prisa, con reflexión y posiblemente sin desmayo del interés. Una imagen nueva de las raíces de Guatemala, una imagen más dinámica y desde luego más seria, tiene que ser el resultado de dicha lectura reflexiva.
El lector apresurado, que tiene o cree tener motivos para rechazar el ritmo un poco académico que el libro ostenta, puede leer los capítulos como trabajos sueltos y en el orden de su interés personal, comenzando por el último si así lo desea. Entendido, eso sí, que el ensayo está en todo momento tratando de explicar un proceso —una compleja trama de procesos— y que esa circunstancia torna muy aconsejable comenzar por el principio, situarse con modestia en el nivel aparentemente superficial en que el libro inicia su aventura.
S M P
Guatemala, mayo de 1970.
INDICE
La patria del criollo |
2 |
Nota del autor a la cuarta edición |
4 |
Prólogo |
5 |
Capítulo Primero. Los Criollos |
10 |
I. Infancia y toma de conciencia. |
11 |
II. Herencia de sangre y herencia de poder. |
14 |
III. El prejuicio de la superioridad hispana. |
17 |
IV. La superioridad de los conquistadores. |
19 |
V. La conquista como fenómeno económico. |
23 |
VI. Clase dominante a medias. |
28 |
VIL Motivaciones de la “Recordación Florida”. |
31 |
VIII. Defensa del patrimonio y nacimiento de la patria. |
35 |
Capítulo Segundo. Las dos Españas |
39 |
I. Gachupines |
40 |
II, Causas de la idealización de la conquista |
42 |
III. El héroe bribón |
46 |
IV. Brutalidad de la primera etapa colonizadora |
51 |
V. Los defensores de indios y causas de su éxito |
57 |
VI. Las Leyes Nuevas y la abolición de la esclavitud de indios |
63 |
Capítulo Tercero. Las dos Españas (Cont.) |
71 |
I. Nace la encomienda |
72 |
II. Los encomenderos |
75 |
III. El “sínodo” |
81 |
IV. Los doctrineros |
84 |
V. Los criollos y la burocracia VI. Desplazamiento y renovación en la clase criolla VII. Causas del menosprecio del español hacia los criollos VIII. Ventajas del inmigrante frente al criollo. IX. La patria de los criollos como idea de contenido reaccionario. |
89 94 98 101 108 |
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Capítulo Cuarto. Tierra milagrosa |
111 |
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I. La patria como paisaje |
112 |
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II. La política agraria colonial y el latifundismo |
122 |
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En las instrucciones del Presidente Don Alonso Criado de Castilla —ya citadas, 1598—, le encarga al comisionado que antes de entrar a composición con un particular [39] (... hará información de la cantidad que será menester para los pueblos de indios comarcanos —y así mismo agrega— (...) de las tierras de que tuvieren necesidad para sus milpas, pastos, dehesas, potreros y otras granjerias y ejidos, y todo lo demás que viere que los Pueblos de los dichos naturales hubieren menester, y eso les dejará y otro tanto más, de manera que siempre procure que los indios queden contentos y no agraviados...” Un poco más adelante vuelve a referirse a las tierras de los indios, diciéndole que: “... Las tierras para milpas, pastos, dehesas, potreros, ejidos que los indios en particular y las Comunidades de los tales pueblos tuvieren y poseyeren, se las deje y no trate de ello en manera ninguna...” agregando que sólo tratará de la composición con los indios que en lo particular tuvieran alguna tierra no titulada, y aun a éstos le recomienda tratarlos con mucha templanza y a base de persuasión. [40] |
134 |
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III. Tierras de indios |
142 |
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IV. Un caso de “diligencias” para obtener tierras |
148 |
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V. Necesidad de reforma agraria antes de la Independencia |
159 |
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Capítulo Quinto. El indio |
168 |
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I. La negación del indio como necesidad de clase |
169 |
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II. Paganismo muerto y paganismo vivo |
174 |
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III. Los tres grandes prejuicios en su relación con el trabajo forzado |
185 |
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IV. La pretendida “holgazanería” como resistencia |
196 |
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V. Los prejuicios menores: la desconfianza del indio |
202 |
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VI. La falsa defensa del indio y sus motivaciones de clase |
207 |
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VIL El indio como elemento de la patria del criollo |
216 |
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Capítulo Sexto |
219 |
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I. Los primeros mestizos |
220 |
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II. El problema: ¿castas o capas medias? |
227 |
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III. Los esclavos negros |
232 |
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IV. Propagación de mestizos |
239 |
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V. La plebe urbana |
245 |
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VI. La capa artesanal proveedora |
256 |
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VIL La capa media alta urbana |
273 |
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VIII. Las capas medias en la dinámica de clases |
295 |
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IX. Villas y rancherías |
310 |
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X. Ladinos en pueblos de indios |
336 |
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XI. Las capas medias en la patria del criollo |
353 |
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Capítulo Séptimo. Pueblos de indios |
372 |
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I. La reducción y los pueblos |
373 |
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II. El repartimiento de indios: nacimiento y régimen |
387 |
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III. El repartimiento por dentro: anomalías y abusos |
399 |
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IV. La paga de repartimiento |
411 |
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V. Difusión y proyecciones históricas del repartimiento |
421 |
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VI. El terror colonial y los Corregidores |
437 |
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VIL Indios ricos |
451 |
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VIII. Evasión de indios |
470 |
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IX. “El problema del indio” |
476 |
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Capítulo Octavo. La colonia y nosotros (Reflexiones finales) |
482 |
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I Perduración de la realidad colonial |
483 |
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II La cuestión de la cultura del indio |
500 |
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III. Carácter feudal del régimen colonial |
520 |
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IV. ¿Contra España hoy? |
527 |
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V Epílogo para el cronista criollo |
535 |
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Cubierta |
537 |
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Notas |
538 |
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NOTAS CAPITULO SEGUNDO: |
543 |
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NOTAS CAPITULO TERCERO: |
551 |
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NOTAS CAPITULO CUARTO: |
560 |
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NOTAS CAPITULO SEXTO: |
596 |
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NOTAS CAPÍTULO SÉPTIMO: |
664 |
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NOTAS CAPITULO OCTAVO: |
715 |
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