2024 Oct 7 La ignorancia. Gilberto Guevara Niebla.
Las antiguas monarquías europeas veían con sospecha la educación de las masas. La ignorancia ha sido un activo para los regímenes autoritarios y un motivo de ansiedad para las democracias. El cardenal Richelieu, asesor del rey francés Louis XIII, decía: “la ignorancia es dañina para el estado, pero en ocasiones lo dañino es el conocimiento… La educación para todos produce muchos críticos”.
La disputa giraba en torno a la educación. El ilustrado Voltaire opinó alguna vez que “la clase trabajadora debía ser excluida de la educación”. El argumento conservador era este: John Foster miembro del parlamento británico en un texto titulado “los peligros de la ignorancia” llamó a edificar un sistema de educación para todos.
Es conocida la postura de John Stuart Mill que temía a la ignorancia al decir, “hay supremacía de la ignorancia sobre la instrucción” y por lo cual proponía que el derecho al voto estuviera condicionado por la educación de cada uno de los votantes.
En México la ignorancia ha sido revalorada: dejó de ser un defecto para convertirse en virtud. Es más, a veces se confunde con la honestidad. La 4T produjo un ascenso masivo de ignorantes a los puestos de liderazgo político: vestir como pobre, usar sombrero ranchero, pronunciar discursos ingenuos, hablar en lenguaje rústico, incurrir en errores de dicción, etc. se convirtieron en cualidades positivas en el marco de la nueva política mexicana.
Este triunfo de la ignorancia es consecuencia indirecta de la política populista contra las élites intelectuales y de la condena a la meritocracia. Hay una suerte de rebelión contra el uso del conocimiento en la política (instaurado por AMLO quien repudiaba el uso de los datos como sustento para sus políticas), el conocimiento es, además, un rasgo de la tecnocracia y, por tanto, hay políticos que se enorgullecen de lo poco que saben y que presumen su personalidad silvestre.
En el marco del nuevo régimen, los políticos no son seleccionados por sus competencias sino por sus vínculos personales con el líder o con sus lugartenientes o por su adhesión explícita al partido oficial. La puerta del poder está abierta para los ignorantes. Sin embargo, el problema del líder ignorante es que, una vez en el poder, se metamorfosea y dado que ignora su propia ignorancia, piensa que sus decisiones son acertadas, incluso brillantes, las defiende y las presume. Se cierra así el circulo político de la ignorancia.
El político vive, muchas veces, en soledad e ignora lo que piensan y sienten las masas populares. ¿Cómo conseguirlo? El contacto directo con el pueblo es algo que no resuelve el problema: es una solución imposible: o bien, el pueblo tiene limitaciones para expresarse o bien es imposible que el líder retenga en su mente todos los mensajes que recibe. Tampoco el problema se resuelve por los mecanismos burocráticos pues el estado es una pirámide jerárquica que media entre la sociedad y el gobernante. Es presumible que:
Quienes rodean al presidente transmitan una información sesgada que busca orientar la conducta el mandatario.
La ignorancia de los líderes se corresponde con la ignorancia de las masas populares. Las masas no conocen, creen. Lo que guía su conducta electoral, por ejemplo, no es el conocimiento sino su credulidad, su fe, su lealtad casi-religiosa hacia la imagen del líder y hacia la narrativa simple que les ofrece. Las masas tienen poco acceso a fuentes de información adecuadas: poca gente lee la prensa escrita, la televisión ofrece poca información, mucha publicidad y una extensa oferta de entretenimiento vacuo o dañino (programa y películas de pésima calidad). Las personas ignorantes son víctimas del rumor y o bien caen fácilmente en la dinámica de las redes sociales donde son víctimas de la masa de mentiras o de ideas conspirativas que ahí se transmiten.
Es cierto que el promedio de escolaridad de la población es superior a los 9 grados. En los hechos, sin embargo, el 50% de la población adulta no domina bien la lectura y no posee suficiente destreza en las habilidades aritméticas elementales. En realidad, el sistema educativo mexicano es un sistema rezagado en calidad y eficacia, de modo que el tener certificados no garantiza que se posea los aprendizajes correspondientes.
El desafío educativo de México es acabar con la ignorancia, instruir a la población, formar ciudadanos ilustrados, críticos, que tengan una sólida cultura general y una formación moral (ética) que les permita juzgar rectamente el mundo en el que vive. Queremos cambiar, queremos construir un auténtico estado de derecho, queremos acabar con la violencia, para ello necesitamos que la escuela forme ciudadanos libres, autónomos, tolerantes y solidarios, con disciplina y autocontrol, que se atreven a pensar por sí mismos y a emanciparse de toda manipulación o engaño.
Tomado de: Crónica