SEIS TRANSFORMACIONES DE MÉXICO. Una visión somera a propósito del bicentenario. Doralicia Carmona Dávila.
SEIS TRANSFORMACIONES DE MÉXICO.
Una visión somera a propósito del bicentenario.
Ensayo presentado por Doralicia Carmona Dávila
en la ceremonia de clausura de actividades anuales de la
Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
¡Ojalá seas yankee y luterana;
porque para llegar hasta ese día
has de arrojar la lengua castellana,
la religión del hijo de María,
y tu ruin libertad republicana
en el vil lodazal de tu anarquía;
y sin fuerza, sin honra y sin altares,
entregarás al yankee tus hogares!
¡Pero el yankee jamás será tu hermano,
no irá a par contigo, no lo esperes:
dueño una vez del suelo mejicano,
se apropiará tus minas y placeres,
te obligará a sembrar para él tu grano
y dará a sus colonos tus mujeres,
porque tu raza india hallará fea.!
Versos del español José Zorrilla, exdirector del Teatro Imperial de Maximiliano. Los cito porque el territorio de lo que hoy es México ha sido campo de disputa entre el imperialismo europeo y el norteamericano. Fue colonizado por España en simbiosis con la Iglesia Católica, luego mermado por los Estados Unidos, sin que ambos abandonaran por completo a su presa y siempre codiciado por otras potencias, como Francia que intentó instaurar un protectorado disfrazado de imperio mexicano.
Así, nuestra historia ha sido la lucha por mantenernos como país independiente dentro del desarrollo del capitalismo mundial cuyas transformaciones corresponden a sus distintas fases, desde la colonia que desempeña un importante papel en el surgimiento del capitalismo comercial, hasta el post neoliberalismo actual.
Con esta perspectiva me atrevo a presentar a ustedes mi visión muy somera de las transformaciones políticas de México, después de las brillantes exposiciones de destacados miembros de nuestra Sociedad sobre los presidentes que ha tenido la República mexicana.
No hay historia muda.
Por mucho que la quemen,
por mucho que la rompan,
por mucho que la mientan,
la historia humana
se niega a callarse la boca.
Eduardo Galeano.