2025 Índice de Riesgo Político de América Latina. Centro de Estudios Internacionales CEIUC.
Prólogo
2025: Un año decisivo para América Latina en medio de la incertidumbre global que genera el regreso de Trump
El Índice de Riesgo Político de América Latina celebra su quinto año, consolidándose como una herramienta esencial para los tomadores de decisiones en los sectores público y privado. A lo largo de este periodo, ha logrado identificar con precisión los principales riesgos políticos que impactan a la región, generando tanto oportunidades como desafíos para el clima de negocios y las inversiones, al tiempo que pone a prueba la gobernabilidad.
El año 2025 se perfila como un período marcado por la complejidad, volatilidad e incertidumbre, en un contexto geopolítico global en plena transformación. Vivimos una época de cambio profundo. El mundo enfrenta un panorama con barreras cada vez más bajas para los conflictos, donde el derecho internacional es frecuentemente ignorado, los organismos multilaterales han quedado relegados al rol de meros espectadores, la carrera armamentista avanza sin control, y el desarrollo nuclear opera bajo mínimas restricciones.
Se trata de un orden global que se aleja de los principios basados en reglas y avanza hacia una dinámica regida por la fuerza. Para algunos analistas, estamos ante el período más peligroso desde el final de la Guerra Fría; para otros, incluso desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial.
El regreso de Donald Trump añade un nivel adicional de complejidad e imprevisibilidad. Sus políticas podrían generar repercusiones significativas en áreas como el comercio, la migración, la lucha contra el narcotráfico, el cambio climático y la gobernanza tanto global como regional. En este panorama, surgen preguntas clave:
- ¿Cómo reaccionará el mundo frente a un Trump que promete un fuerte proteccionismo comercial?
- ¿Qué implicancias geopolíticas tendrá una política exterior estadounidense que prioriza un enfoque transaccional por sobre las alianzas estratégicas?
- ¿Cómo afectarán estas tendencias la gobernanza global, la lucha contra el cambio climático, el control de la inteligencia artificial o el riesgo de proliferación nuclear?
- ¿Qué pasará con los principales conflictos actuales, como el de Ucrania y Rusia o el de Palestina e Israel, e incluso con la crisis venezolana?
- ¿Qué nuevos conflictos podrían emerger este año?
La suma de todas estas interrogantes reflejan la incertidumbre de un liderazgo mundial fragmentado y polarizado, así como el punto de inflexión histórico en el que nos encontramos. Los pilares que parecían inquebrantables —la democracia, el comercio y la globalización bajo el liderazgo transatlántico— hoy enfrentan retos mayúsculos, mientras el centro de gravedad del poder mundial se desplaza rápidamente hacia el Pacífico. Al mismo tiempo, estos acontecimientos evidencian los enormes desafíos que enfrenta el multilateralismo para seguir siendo relevante y eficaz, mostrando signos de agotamiento y debilidad. En América Latina, las divisiones internas entre países, exacerbadas por tensiones personales entre los mandatarios, subrayan la urgente necesidad de un liderazgo renovado y comprometido, capaz de enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades de esta nueva etapa. Por su parte, el panorama de 2025 estará marcado por diversos eventos clave, entre ellos: una intensa agenda electoral, el impacto de la política exterior y comercial de Estados Unidos, la creciente influencia de China, la tensión entre resiliencia y deterioro democrático incluida la grave crisis venezolana, la elección de un nuevo Secretario General de la OEA, la X Cumbre Iberoamericana en República Dominicana y la COP30 en Brasil.
Si 2024 fue un año de sorpresas, 2025 podría resultar aún más impredecible. Por ello, el escenario latinoamericano, enmarcado en una dinámica global cada vez más compleja, exige atención renovada y estrategias concertadas que permitan navegar con éxito en esta nueva era de incertidumbre, proteccionismo comercial y turbulencia geopolítica.
Perspectivas económicas global y regional
En el ámbito económico, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) calificó, durante la reunión anual de octubre pasado, la economía global como “estable pero decepcionante”. Para 2025, se proyecta un crecimiento global moderado (3,2%) acompañado de altos niveles de endeudamiento, lo que limita las perspectivas de recuperación sólida. Por su parte, para América Latina, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) anticipa un crecimiento mediocre del 2,4%, por debajo del promedio mundial e insuficiente para superar las tres trampas estructurales de la región: bajo crecimiento económico, alta desigualdad, pobreza persistente, debilidad institucional y frágil gobernanza.
En términos sociales, Latinoamérica ha logrado reducir la tasa de pobreza, alcanzando niveles similares a los de 2014. A pesar de este progreso, 172 millones de personas aún viven en la pobreza, de las cuales 66 millones se encuentran en situación de pobreza extrema, mientras los niveles de desigualdad se mantienen elevados. Estos indicadores subrayan la necesidad de estrategias integrales que impulsen un desarrollo inclusivo, verde y digital, aborden las desigualdades estructurales y fortalezcan la gobernanza en la región.
Pese a todo ello, la región cuenta con una importante “ventana de oportunidad” en sectores estratégicos como la producción de alimentos, los minerales críticos, el agua dulce, la energía limpia, el nearshoring y el friendshoring. Si los líderes latinoamericanos logran aprovechar estas oportunidades, América Latina podría reposicionarse como una región solución y un actor clave en la economía global.
La democracia: entre la resiliencia, el estancamiento y el retroceso
La democracia en Latinoamérica, al igual que la tendencia global, refleja una marcada heterogeneidad: mientras algunos países cuentan con democracias de alta calidad, otros enfrentan democracias defectuosas, estancadas, regímenes híbridos o directamente autoritarios. La región seguirá oscilando entre la resiliencia y el deterioro, una dualidad que pone de manifiesto tanto su fortaleza como su fragilidad. Las amenazas a la democracia persistirán y no deben ser subestimadas como lo acaba de demostrar la usurpación del poder consumada por la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.
En este contexto, la incapacidad de los gobiernos democráticos para responder de manera efectiva a las crecientes demandas ciudadanas incrementa el malestar social, profundiza la desconfianza en las instituciones y los partidos, debilita el apoyo popular a la democracia y eleva los niveles de insatisfacción. El último informe del Latinobarómetro (2024) ofrece un panorama agridulce: aunque el apoyo a la democracia ha crecido ligeramente, alcanzando el 52% —su nivel más alto desde 2010—, la insatisfacción con su desempeño sigue siendo elevada, con dos tercios de la población expresando descontento.
Esto genera un terreno fértil para la “eficracia autoritaria” y el ascenso de líderes PAPA (personalistas, con discurso anti-política, populistas y autoritarios), quienes prometen soluciones rápidas y efectivas, pero a costa del debilitamiento del estado de derecho y la democracia misma. La “bukelización” de la política en El Salvador se erige como un claro ejemplo de este fenómeno.
En 2025, será fundamental continuar protegiendo la integridad de las elecciones y blindar a los organismos electorales frente a críticas infundadas y ataques ilegales. Solo así se podrá garantizar la legitimidad de origen, pilar esencial para la estabilidad democrática.
Por otro lado, la falta de respuestas oportunas y eficaces por parte de varios gobiernos de la región no solo tensa los sistemas políticos, sino que también erosiona la confianza en las instituciones centrales de la democracia representativa, como los partidos y los parlamentos. Esto amplía las brechas entre ciudadanos y representantes, agudizando la crisis de representación y volviendo la gobernanza cada vez más compleja.
Para contrarrestar estos desafíos, como hemos señalado en informes anteriores, es necesario implementar una agenda rigurosa que no solo proteja y fortalezca la democracia, aumentando su capacidad para dar resultados concretos (delivery), sino que también la repiense. Es imperativo dotar a la democracia de mayor resiliencia y de una teoría más sofisticada que permita gobernar democráticamente las complejas, volátiles y exigentes sociedades del siglo XXI.
En este sentido, resulta imprescindible avanzar en la innovación político-institucional resulta imprescindible para encontrar soluciones democráticas a los problemas de la democracia. Solo así se podrá evitar que el malestar en la democracia se transforme en malestar con la democracia y se fortalezcan las tendencias autoritarias hoy presentes en la región.
Asimismo, es crucial revitalizar el consenso democrático hemisférico, mantener la presión internacional para contener los embates autoritarios y coordinar esfuerzos que impulsen la apertura y recuperación democrática en aquellos lugares donde se ha perdido. Sin estas acciones, las democracias de la región seguirán enfrentando un camino incierto, marcado por tensiones y desafíos y amenazas.
La inseguridad se mantiene al tope de la preocupación ciudadana
América Latina continúa siendo la región más violenta del planeta, con tasas de homicidios que triplican el promedio global. Según el FMI (2024) con apenas el 8 % de la población mundial, concentra un tercio de los homicidios a nivel mundial.
El crimen organizado y el narcotráfico se erigen como las principales amenazas a la estabilidad social y económica, afectando no solo las inversiones, sino también el tejido social. Según un informe reciente del BID y el FMI, los costos asociados a la inseguridad alcanzan el 3,4% del PIB regional, una cifra equivalente al 78% del presupuesto destinado a educación. Reducir estas cifras no solo tendría un impacto positivo en la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también podría incrementar el crecimiento económico anual en un 0,5%.
Abordar esta problemática requiere enfoques integrales que combinen:
- El fortalecimiento institucional, para garantizar un estado de derecho sólido y efectivo.
- Estrategias de seguridad innovadoras y eficaces, adaptadas a las necesidades de cada país y región.
- Atención a las causas estructurales de la violencia, como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
- Una cooperación regional sólida y efectiva, indispensable para enfrentar redes criminales transnacionales.
Únicamente a través de un enfoque coordinado que integre la prevención y la acción será posible mitigar la violencia y avanzar hacia la construcción de un entorno más seguro, estable y próspero para América Latina.
La libertad de expresión seguirá bajo fuerte acoso
América Latina enfrenta un entorno cada vez más hostil para el ejercicio de la libertad de prensa y expresión. Según Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la región sigue siendo una de las más peligrosas para los periodistas, con elevados índices de violencia, censura y persecuciones legales. México es el país de la región que concentra el mayor número de muertes por ejercer la labor periodística. Por su parte, en naciones como Nicaragua, Cuba, Venezuela y El Salvador, entre otras, el autoritarismo ha restringido significativamente el acceso a información independiente, debilitando el papel de la prensa como garante de la transparencia y la rendición de cuentas.
A esta situación se suma el impacto creciente de la desinformación, potenciada por el uso masivo de redes sociales y tecnologías emergentes. Este fenómeno no solo distorsiona la percepción de la realidad, sino que también erosiona la confianza en las instituciones democráticas y polariza aún más las sociedades.
Frente a estos desafíos, Latinoamérica debe avanzar hacia un marco normativo integral que:
- Proteja y garantice la libertad de expresión, un pilar fundamental de la democracia.
- Regule los efectos negativos de la desinformación y los discursos de odio, sin caer en medidas que puedan ser utilizadas para limitar derechos fundamentales.
- Promueva la educación mediática y digital, fomentando una ciudadanía informada y capaz de identificar información veraz.
Solo mediante la implementación de políticas equilibradas que defiendan los derechos fundamentales y enfrenten los riesgos del entorno digital será posible garantizar un espacio seguro y libre para el ejercicio del periodismo y la participación ciudadana en nuestra región.
10 riesgos políticos 2025
Nuestro informe de este año analiza un panorama geopolítico marcado por una creciente turbulencia e incertidumbre, donde cinco riesgos políticos globales reflejan un orden mundial cada vez más complejo: persistencia inflacionaria, agravamiento del cambio climático, auge del proteccionismo, irrelevancia regional y escalada de conflictos bélicos.
En el ámbito regional, tres riesgos se han vuelto estructurales, repitiéndose año tras año en los primeros lugares: inseguridad y crimen organizado, corrupción y democracia sin delivery. Además, sube con fuerza en el ranking la nueva ola migratoria y las deportaciones masivas, mientras que la desinformación y la polarización tóxica emergen como riesgos cada vez más relevantes.
Por tercer año consecutivo, la inseguridad, el crimen organizado y el narcotráfico lideran el ranking. América Latina enfrenta una crisis de seguridad multidimensional, donde el crimen organizado ha evolucionado hacia estructuras transnacionales, integradas y profesionalizadas. Según un balance de homicidios de 2023 realizado por InSight Crime, la región registró una tasa aproximada de 20 homicidios por cada 100.000 habitantes, de los cuales el 50 % está asociado al crimen organizado, en contraste con el 24 % a nivel global.
El segundo lugar lo ocupa la corrupción estructural, un riesgo político que trasciende fronteras. Aunque algunos países han intentado avanzar en transparencia y buen gobierno, la mayoría continúa atrapada en un ciclo de corrupción e inestabilidad estructural.
En tercer lugar destaca la nueva ola migratoria y las deportaciones masivas, que han escalado significativamente desde la quinta posición del año pasado. Este aumento se debe principalmente a la agudización de la crisis en Venezuela, Haití y Cuba, la situación en América Central y en algunos países de América del Sur, así como al anuncio del presidente Trump de implementar un plan de deportaciones a gran escala.
El cuarto lugar lo ocupa la democracia sin delivery y el avance del autoritarismo, un riesgo persistente que se mantiene entre los cinco principales desafíos por cuarto año consecutivo.
En quinto lugar se ubican la desinformación y la polarización tóxica, síntomas del auge de movimientos políticos cada vez más radicalizados y de una creciente fragmentación social, así como del mal uso de las redes sociales, todo lo cual divide a las sociedades en bloques ideológicos profundamente irreconciliables.
La parte inferior del ranking, como ya señalamos, está dominada por factores geopolíticos:
- Persistencia inflacionaria (6º lugar).
- Agravamiento del cambio climático (7º lugar).
- Auge del proteccionismo (8º lugar).
- Irrelevancia regional (9º lugar).
- Escalada de conflictos bélicos (10º lugar).
Este análisis subraya la necesidad de estrategias integrales y coordinadas para abordar estos riesgos, promoviendo resiliencia institucional, cooperación regional y un enfoque sostenible para mitigar las amenazas a la estabilidad de América Latina.
Una agenda electoral intensa
El 2025 marca el inicio de un nuevo ciclo electoral en América Latina, con elecciones presidenciales en Ecuador, Bolivia, Chile y Honduras, además de elecciones legislativas de medio término en Argentina. La agenda electoral incluye asimismo otros comicios en varios países de la región, entre ellos, elecciones internas, legislativas, locales y judiciales.
Será crucial observar si la tendencia del voto castigo contra los oficialismos, que estuvo muy presente durante el período 2018-2023 y que comenzó a desacelerarse en 2024, se mantiene o se revierte. Asimismo, será interesante analizar cómo se reconfigura el mapa político regional: ¿persistirá el equilibrio entre gobiernos de centroizquierda e izquierda frente a aquellos de centroderecha y derecha, o veremos un desplazamiento más marcado hacia posiciones conservadoras?
Estos escenarios definirán el rumbo de la región en los próximos años y determinarán su capacidad para enfrentar los complejos retos globales y domésticos que se avecinan.
- Ecuador (9 de febrero de 2025)
· Ecuador celebrará elecciones presidenciales en un entorno de inseguridad creciente y descontento social tras un gobierno breve de Daniel Noboa, actual presidente, quien intentará lograr su reelección, mientras la oposición, fragmentada entre 15 candidatos, buscará capitalizar el malestar ciudadano para sacarlo del poder. - Escenarios: Se espera una fuerte competencia entre Noboa y la candidata del correísmo, Luisa González. La seguridad y la economía serán ejes centrales del debate. Lo más probable es que haya necesidad de definir la presidencia en una segunda vuelta prevista para el 13 de abril.
- Bolivia (17 de agosto de 2025)
· La fractura interna del Movimiento al Socialismo (MAS) entre el presidente Luis Arce y Evo Morales marcará estas elecciones. La oposición intentará articular una propuesta unificada –desafío nada fácil– para aprovechar la división del MAS. El oficialismo llegará a esta elección muy desgastado tanto por problemas de gestión, dificultades económicas y una fuerte confrontación por el liderazgo. - Escenarios: El MAS podría mantener el poder si supera sus tensiones internas. La oposición podría vencer si logra unirse. La creciente desconfianza hacia las instituciones podría derivar en conflictos postelectorales. De ser necesario disputar un balotaje este tendría lugar el 19 de octubre.
- Chile (16 de noviembre de 2025)
· Las elecciones presidenciales chilenas estarán influenciadas por debates sobre seguridad, migración y reformas estructurales. Tras un gobierno de Gabriel Boric enfrentado a una creciente polarización, doble fracaso para lograr aprobar un nuevo texto constitucional y dificultades para concretar su agenda de reformas, las fuerzas de derecha buscarán capitalizar el descontento ciudadano y regresar al poder. - Escenarios: Se anticipa una contienda muy competitiva entre fuerzas de derecha,- de momento lideradas por Evelyn Matthei, con un candidato oficialista debilitado ante la baja aprobación del gobierno. La necesidad de ir a un balotaje presidencial, calendarizado para el 14 de diciembre, es altamente probable.
- Honduras (30 de noviembre de 2025)
· La presidenta Xiomara Castro finalizará su mandato enfrentando altos niveles de violencia, una economía estancada y denuncias de corrupción y de negociación con el narcotráfico. La oposición intentará recuperar el poder poniendo acento en estos temas. - Escenarios: El partido oficialista LIBRE podría mantenerse en el poder si logra movilizar a su base, pero la oposición tiene oportunidad de vencer si presenta una propuesta coherente y creíble. La elección es a una sola vuelta.
- Argentina: elecciones legislativas de medio término, 26 de octubre de 2025 · Estas elecciones serán un referéndum sobre las políticas radicales del presidente Javier Milei. Las medidas económicas -inflación, reactivación de la economía, empleo, recomposición del poder adquisitivo de los salarios- estarán en el centro del debate.
- Escenarios: Milei buscará utilizar sus logros económicos para fortalecer su poder político en el legislativo y consolidar su agenda económica y social. La oposición podría fortalecerse si las medidas económicas se complican y crece el descontento social.
Algunos otros países de la región a los cuales amerita ponerle lupa
Como ya se señaló, el regreso de Trump, su agenda proteccionista y el enfoque transaccional en política exterior generan profundas interrogantes sobre las reacciones globales y su impacto en América Latina, en especial, si bien no exclusivamente, en México y Centroamérica.
En efecto, las amenazas arancelarias de Trump, y sus políticas en materia de migración y narcotráfico, podrían desestabilizar las economías de varios países de la región, aumentando las tensiones económicas y sociales.
Venezuela y la política de Trump
En Venezuela, la dictadura de Nicolás Maduro asumió el 10 de enero, de manera ilegítima y por la fuerza, un nuevo mandato, resultado del grosero fraude electoral del pasado 28 de julio, convirtiéndose no solo en un régimen autoritario sino también de facto. La postura de Trump y la de su Secretario de Estado. Marco Rubio será crucial para definir el manejo de los tres regímenes autoritarios de la región: Venezuela, Nicaragua y Cuba. No está claro si optará por una política de confrontación, mano dura y sanciones, o por un enfoque más transaccional que priorice intereses estratégicos estadounidenses.
Centroamérica y las políticas migratorias de Trump
En América Central, las políticas migratorias de Trump, como las deportaciones masivas y las restricciones a las remesas, podrían incrementar la inestabilidad en países como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Estas medidas no solo agravan los problemas de pobreza y violencia, sino que también intensifican las crisis humanitarias y sociales, profundizando la ya delicada situación que enfrenta la región.
Nicaragua, Cuba y Haití: Crisis persistentes
En Nicaragua, la dictadura matrimonial de Daniel Ortega continuará consolidándose, mientras en Cuba, la crisis económica se agudizará. En ambos países, la represión seguirá siendo el principal mecanismo para sofocar las protestas y mantener el control.
Por su parte, Haití enfrenta una crisis política y humanitaria cada vez más profunda, que pone en duda la viabilidad de las elecciones previstas para este año. Si los niveles de violencia, inseguridad y desplazamiento masivo se agravan, es probable que aumenten las demandas de intervención internacional.
México y el desafío fronterizo
México enfrenta desafíos intensificados por las presiones de Trump. La seguridad fronteriza, las políticas de deportación, el combate a las drogas y la eventual renegociación del T-MEC en 2026 estarán en el centro de las prioridades del gobierno de Claudia Sheinbaum. Las tensiones migratorias no solo impactarán la economía mexicana a través de la reducción de remesas, sino que también podrían provocar una crisis humanitaria en la región, con efectos colaterales en toda Centroamérica.
Argentina: Un segundo año crucial para Milei
En Argentina, el presidente Javier Milei afronta su segundo año de gestión con desafíos políticos y económicos significativos. Como ya señalamos, las elecciones legislativas de octubre serán una prueba clave para medir el respaldo a su administración, mientras busca consolidar logros en crecimiento económico tras un exitoso primer año en el control de la inflación. Entre las prioridades del 2025 figuran la recuperación económica, la atracción de inversión extranjera y el levantamiento del cepo cambiario, y una negociación clave con el FMI, todos elementos esenciales para mantener la confianza del electorado y atraer inversión extranjera.
Brasil: Entre el liderazgo global y los desafíos internos
Brasil, seguirá priorizando su proyección como actor global relevante. En 2025 tendrá la presidencia de los BRICS y será anfitrión de la COP30. Por su parte, la popularidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva continuará enfrentando un escenario complejo de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Este año será clave para fortalecer su relación con el Congreso y apuntalar la economía, en medio de la caída del real y una eventual desaceleración de la economía. El reciente problema de salud de Lula reaviva además el debate sobre su edad y su capacidad para completar el mandato y, sobre todo, para buscar su reelección.
Centroamérica y las políticas migratorias de Trump
En Centroamérica, las políticas migratorias de Trump, como las deportaciones masivas y la reducción de remesas, podrían aumentar la inestabilidad en países como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, exacerbando problemas de pobreza y violencia. Estas dinámicas profundizan las crisis humanitarias y sociales, agravando la ya precaria situación de la región.
Nicaragua, Cuba y Haití: crisis persistentes
En Nicaragua, la dictadura matrimonial de Daniel Ortega continuará consolidándose, mientras en Cuba, la crisis económica se agudizará. La represión seguirá siendo el principal mecanismo para sofocar las protestas y mantener el control.
Por su parte, Haití enfrenta una crisis política y humanitaria cada vez más profunda, que pone en duda la viabilidad de las elecciones previstas para este año. Si los niveles de violencia, inseguridad y desplazamiento masivo se agravan, es probable que aumenten las demandas de intervención internacional.
Perú: inestabilidad y posible adelanto de elecciones
En Perú, la creciente debilidad del gobierno de Dina Boluarte alimentará las especulaciones sobre un posible adelanto de las elecciones presidenciales previstas para 2026. Las tensiones sociales y los desafíos de gobernabilidad han marcado su administración, mientras los movimientos de protesta continúan presionando al Ejecutivo.
Colombia: Petro a la baja y posible cambio político
En medio de un intenso enfrentamiento con los partidos de oposición, que anticipa el tono de la dura campaña electoral hacia las elecciones de 2026, y enfrentando serias dificultades en el Congreso para avanzar con su ambiciosa agenda de reformas, el presidente Gustavo Petro inicia su tercer año de gobierno. Lo hace con bajos niveles de aprobación, un escenario económico complejo y un panorama social desafiante.
Panamá y su activo más preciado: el Canal
El inicio del año comenzó con la polémica del presidente Trump, quien no descartó el uso de la coerción económica e incluso militar para retomar el control del Canal de Panamá. El presidente americano acusa que las tarifas a barcos y buques militares que pasan por el canal son muy elevadas y que progresivamente está siendo controlado por China, en abierta alusión a la mayor presencia asiática en los puertos.
Relación entre Estados Unidos y China: desafíos y oportunidades
La competencia entre Estados Unidos y China por la influencia en América Latina será un tema clave en 2025. La reciente gira de Xi Jinping en el marco de la reunión del G20 en Brasil (en noviembre pasado), la puesta en marcha del megapuerto de Chancay, en Perú, y la cumbre Celac-China de este año, consolidan a China como un actor estratégico en la región, generando tensiones con Washington que se agudizarán con la llegada de Trump, Marco Rubio y Claver-Carone. La región enfrentará el desafío de equilibrar estas relaciones para maximizar beneficios, como inversiones en infraestructura, y minimizar riesgos, como la dependencia económica.
Elección del Nuevo Secretario General de la OEA
En marzo, la Organización de los Estados Americanos (OEA) llevará a cabo la elección de un nuevo Secretario General, un evento que representa una oportunidad para revitalizar y reposicionar a la institución en un momento crítico de su historia. Ante la creciente debilidad que afecta al organismo, resulta imperativo que el próximo Secretario General cuente con un liderazgo sólido y la capacidad de fomentar el diálogo entre todos los países de la región.
Solo a través de un liderazgo renovado y comprometido será posible retomar una agenda efectiva que priorice la cooperación regional, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de los derechos humanos, pilares fundamentales para enfrentar los desafíos actuales de América Latina.
X Cumbre de las Américas
El cónclave regional más importante para los países del Continente, bajo la coordinación de la OEA, tendrá lugar en octubre en la República Dominicana y será una puesta en escena de la administración Trump en sus planes para la región; encuentro que podría convertirse en el primer cara a cara de Trump con los mandatarios del hemisferio.
COP30 en Belém
La COP30, que se celebrará en noviembre en Belém, Brasil, posiciona a América Latina como líder en la agenda climática. La protección de la Amazonía será un tema central, destacando su papel crítico en el equilibrio climático global. Este evento es una oportunidad para que la región defienda sus intereses y promueva un desarrollo sostenible.
Conclusión
El año 2025 representa un punto de inflexión crucial para América Latina en un contexto global marcado por la incertidumbre, la complejidad y las transformaciones aceleradas. Factores como el bajo crecimiento económico, los múltiples procesos electorales en la región, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y la competencia estratégica entre Estados Unidos y China, con su impacto en Latinoamérica, configuran un panorama de desafíos interconectados y oportunidades estratégicas.
Las elecciones en países como Ecuador, Bolivia, Chile, Honduras y las legislativas en Argentina serán decisivas para iniciar la reconfiguración del mapa político regional en los próximos años. Estos comicios medirán la resiliencia democrática en un escenario de alta polarización y creciente desafección ciudadana, evaluando no solo la fortaleza de las democracias, sino también su capacidad para garantizar estabilidad política, económica y social. La fragmentación política y el avance de tendencias autoritarias plantean riesgos significativos, agravados por la incapacidad de los gobiernos para responder a las demandas ciudadanas, lo que ha intensificado el malestar social y debilitado la confianza pública en las instituciones democráticas.
En el ámbito global, tensiones geopolíticas como los conflictos en Ucrania, Gaza, Israel y Sudán, junto con megatendencias como el cambio climático y la disrupción tecnológica, desafían los sistemas de gobernanza tradicionales, añadiendo presión a las dinámicas regionales.
Sin embargo, a pesar de este complejo escenario de policrisis y permacrisis, América Latina tiene la oportunidad de posicionarse como un actor clave en áreas estratégicas como la producción de alimentos, los minerales críticos, la energía limpia y la conservación ambiental. La COP30 se perfila como una ocasión trascendental para que la región asuma un liderazgo visible en la agenda climática global.
Ante este panorama, la región debe fortalecer la coordinación, la cooperación y la integración, priorizando la estabilidad democrática y aprovechando sus ventajas comparativas para enfrentar los desafíos globales. Asimismo, la elección de un nuevo Secretario General de la OEA podría revitalizar el multilateralismo regional, siempre que el liderazgo entrante impulse una agenda de cooperación efectiva y fortalecimiento institucional.
En resumen, 2025 será un año decisivo para determinar si América Latina puede superar los desafíos y amenazas que enfrenta y consolidarse como un actor relevante en un mundo en transformación, o si continuará atrapada en dinámicas de estancamiento, polarización e irrelevancia. El rumbo que tome la región definirá su papel en la tercera década del siglo XXI. Como expresó Carlos Fuentes: “(…) hay años en los que suceden siglos”. Para América Latina, 2025 promete ser uno de esos años. La gran incógnita es si el liderazgo regional estará a la altura de las circunstancias. “América Latina es la región más vio
Jorge Sahd K. Director CEIUC. Coeditor Riesgo Político
Daniel Zovatto. Investigador senior CEIUC. Coeditor Riesgo Político
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