By using this website, you agree to the use of cookies as described in our Privacy Policy.

2005 Abr Dinámica de la contienda política. Doug McAdam, Sidney Tarrow y Charles Tilly.

[…] las dos grandes aportaciones de este estudio son, por un lado, la aportación del concepto de «contienda política» en cuánto que éste nos indica que los procesos de cambio político sólo pueden entenderse a través la profunda interrelación que existe entre la política convencional y la no convencional y, por otro, el esfuerzo de deconstrucción de la agenda clásica de las teorías sobre movimientos sociales, desmenuzando sus aportaciones y aplicándolas en un contexto dinámico exento de las rigideces que suponen el «corsé» de estar trabajando sólo con los actores políticos colectivos más volátiles de las arenas políticas, a saber, los movimientos sociales. […]

Prólogo a la edición castellana
¿CÓMO PRESENTAR UN LIBRO, COMO ES ÉSTE, QUE ANTES DE SU APARICIÓN ya constituía un clásico en la literatura de la acción colectiva? La premonición se cumple. Efectivamente, de su lectura se deduce que sus autores (autoridades mundiales en el análisis de la conflictividad social y política) han escrito un libro que marca un hito en esta área de conocimiento. Era un clásico y es un clásico. Y además, y esto es lo más sugerente, es un libro polémico.

Precisamente por ello, cuando nos enfrentamos a un texto como el que el lector tiene en las manos es natural que se padezca cierto vértigo. Tanto la autoría como el alcance y las pretensiones del texto, impresionan. Con todo, leer, dialogar y presentar la edición en castellano de Dinámica de la contienda política no deja de ser un lujo. Y un reto.

Este Prólogo se desarrollará en tres actos. En primer lugar se expondrán cuáles son las ideas clave que desarrollan McAdam, Tilly y Tarrow a lo largo del libro; en segundo lugar se señalarán las aportaciones que supone esta obra para el estudio de la acción colectiva y de los movimientos sociales; y, en tercer y último lugar, se esbozará el debate crítico que ha surgido alrededor de Dinámica con el objetivo de que el lector tenga elementos de contraste respecto a la obra que probablemente empezará a leer.

¿DE QUÉ VA DINÁMICA DE LA CONTIENDA POLÍTICA?
Antes de entrar en materia, es preciso advertir que Dinámica es una obra compleja cuya lectura no es fácil. Al leer uno disfruta de la obra, pero a menudo puede aparecer la sensación de quedar saturado de información (tanto descriptiva como analítica). Ante ello se recomienda hacer pausas para digerir lo leído e incluso hacer anotaciones del sendero conceptual recorrido hasta el momento. En esta dirección Dinámica es diferente de otras obras escritas anteriormente por los tres autores, ya sean Power in Movement de Sidney Tarrow, Freedom Summer de Doug McAdam o The Politics of Collective Violence de Charles Tilly, que son más hilvanadas y (más) sencillas, y sobre todo, sin las pretensiones de renovación teórica que ésta sí tiene. Precisamente por ello, Dinámica necesita una lectura atenta o incluso, alguna relectura. Y es que (1) la notable cantidad de conceptos acuñados que se manejan y combinan en el libro, (2) el mosaico y la disparidad (temporal, geográfica y de entidad) de casos utilizados y (3) la permanente voluntad de recapitulación con el objetivo de establecer un programa analítico de investigación innovador, suponen un notable esfuerzo de comprensión.

Una vez advertidos los lectores, es de justicia decir que la obra de McAdam, Tarrow y Ti!ly supone un punto de inflexión en los estudios de acción colectiva. Y es que la pretensión de Dinámica es desarrollar un cuerpo analítico que comprenda todos aquellos procesos políticos en cuyos desenlaces la acción colectiva transgresiva (o, como la califican los autores, la «contienda política») resulta decisiva. Con esta pretensión, los autores identifican (es decir, describen y analizan a partir del utillaje analítico que construyen en el libro) ciertos acontecimientos históricos que se remontan al siglo XVIII y los comparan con otros de factura muy reciente, como la misma disolución de la URSS o la transición española a la democracia. Pero la disparidad comparativa no sólo es cronológica, también es geográfica: los autores nos hablan de 18 episodios que transcurren en lugares tan diversos como son Italia, Filipinas, Nicaragua, India, Kenia, México, Estados Unidos, Kazajstán, Francia, España, Ruanda o China. Con ello, a través de un amplio recorrido histórico y geográfico por fenómenos históricos donde la «contienda política» es crucial para configurar -y entender- su desarrollo y desenlace, los autores pretenden construir un marco analítico con el que interpretar conexiones causales y, por tanto, inferir leyes de medio alcance en base a las cuales comprenderlos mejor.

 

¿QUÉ HAY DE NUEVO EN DINÁMICA?
Una de las novedades -y virtudes, cabe decir- del libro es la aproximación al mundo de la política donde se observa lo convencional (lo que McAdam, Tarrow y Tilly califican de «contienda contenida») y lo no convencional (que los autores llaman «contienda transgresiva») como algo profundamente interrelacionado, imbricado, consustancial (p. 8). Es más, en Dinámica se constata que la interacción de -y entre- las «dos contiendas» produce una dinámica consustancial a la actividad política y a su evolución (de la misma forma que el concepto política muchas veces se define a partir de la tensión conflicto-regulación) y, por tanto, se constata cómo esa interacción dinámica está en la base del proceso generador de desarrollos históricos complejos tales como la democratización de regímenes, la creación de naciones- Estado, la independencia de colonias, las revoluciones o las olas de protesta.

Desarrollando esta toma de posición, los autores construyen (y se sirven de) el concepto de «contienda política» (pp. 4-5), con el que se refieren a la acción política colectiva de una forma que supera la clásica disyuntiva entre el estudio de la «acción política convencional» y la «no convencional» y, con ella, el bloqueo epistemológico de un sector de la Academia que insiste en pensar que se trata de dos mundos estancos donde casi siempre se interpreta la primera como «la buena» y la segunda como «la mala». Tal como exponen los autores, el estudio de la política supone aproximarse, relatar y analizar mucha «contienda política», y así lo ejemplifican al referirse a los estudios de transiciones desde regímenes autoritarios hacia democracias liberales:

«[Muchos análisis] atienden de cerca a las interacciones de individuos, grupos y partidos. Pero al insistir en los incentivos individuales y los pactos entre élites, ambas explicaciones ignoran en gran medida la enorme cantidad de contienda política que precedió y acompañó cada uno de los episodios, además de los mecanismos de cambio político y conflicto político que crearon nuevos actores y nuevas identidades y transformaron la política institucional.(... ) Los institucionalistas (... ) ignoran la dinámica de la contienda» (p. 179).

Brevemente, un par de recordatorios sobre asuntos cercanos. La transición política española está construida sobre una montaña de contienda política. Los pactos entre élites o la lucidez estratégica de astutos políticos es sólo lo que está encima, en la cúspide. Otro más cercano todavía. Los resultados electorales españoles de marzo de 2004 -lo convencional sólo son explicables si consideramos (no sólo, pero sí sobre todo) todos los procesos de movilización social -lo no convencional- del año anterior. Léase Prestige, léase anti-guerra de lrak y léase muy especialmente cómo esas movilizaciones generan una nueva cultura política, una nueva percepción de lo políticamente convencional.

Otra de las aportaciones -y en parte también novedad- es la pretensión de los autores de desarrollar un análisis dinámico de la acción colectiva —con un denso contenido expositivo y cronológico— donde se integre, por un lado, el estudio de los diferentes actores políticos colectivos (a saber, los partidos políticos, los movimientos sociales, las guerrillas y los grupos de interés) y, por otro, los diversos ámbitos de actuación (las instituciones, el mundo asociativo, la calle). En esta dirección, McAdam, Tarrow y Tilly exponen que para un análisis riguroso de los episodios históricos es preciso estudiar la interacción entre actores y ámbitos (pues en el mundo real todo está íntimamente relacionado) y darle al estudio un carácter dinámico.

¿Cuál es la utilidad analítica de esta propuesta? Quizás la respuesta sea que la elaboración de un relato dinámico que se extienda cronológicamente permite el análisis de los movimientos sociales (que es el objeto de estudio clásico de aquellos, como nuestros autores, que se interesan por la política no convencional) más allá de los breves límites de su definición canónica. Pongamos un ejemplo. Cuando analizamos desde las perspectivas clásicas del estudio de la acción colectiva procesos históricos complejos donde hay acción política no convencional -ya sean insurrecciones, rebeliones, protestas, asonadas o transiciones de un régimen a otro-, siempre aparecen problemas a la hora de definir con precisión el actor político objeto de estudio: ¿se trata de un movimiento social o éste sólo es una expresión mínima de la acción colectiva? Y si no lo es ¿cuándo desaparece o muta y, ante ello, de qué nuevo actor hablamos?

En la dirección expuesta aparece la cuestión de que si bien las herramientas de análisis propias del estudio de los movimientos sociales (el estudio de la estructura de oportunidades políticas, el repertorio de acción colectiva, los marcos cognitivos o las estructuras conectivas) funcionan a la perfección para la interpretación de aquellos procesos políticos dónde la acción colectiva tiene un papel fundamental, el estudio del quehacer de los movimientos sociales se agota con una notable celeridad. Y eso es lo que, precisamente, Dinámica pretende superar al presentar el estudio de la contienda política como un proceso dinámico donde la acción colectiva no se agota con la aparición y la activación de los movimientos sociales, sino que va más allá. En este sentido, el cuestionamiento que los autores elaboran de la agenda analítica clásica del estudio de los movimientos sociales puede suponer un avance, aunque no tanto porque ésta no sea consistente sino porque demasiadas veces supone congelar a dichos movimientos en fotos fijas que limitan extremadamente la comprensión de los procesos políticos.

Por ello, una de las grandes aportaciones de la obra es retomar las aportaciones de la agenda clásica de la teoría de los movimientos para insertarlas en un escenario histórico dinámico acotado en el tiempo (lo que los autores llaman episodios), dividiéndolo en secuencias relevantes de la contienda (que llaman procesos) que se caracterizan por la conexión y concatenación de determinadas elementos (que llaman mecanismos), que son, en el fondo, determinadas variables que se «toman prestadas» de los enfoques pertenecientes a la agenda de la teoría clásica de los movimientos sociales. A saber, los «mecanismos causales» (p. 27) de que nos habla el libro, y que diferencia en «ambientales», «cognitivos» o «relacionales», nos remiten inevitablemente a la estructura de oportunidades políticas, a los marcos cognitivos o a las estructuras conectivas.

De lo expuesto podríamos concluir que las dos grandes aportaciones de este estudio son, por un lado, la aportación del concepto de «contienda política» en cuánto que éste nos indica que los procesos de cambio político sólo pueden entenderse a través la profunda interrelación que existe entre la política convencional y la no convencional y, por otro, el esfuerzo de deconstrucción de la agenda clásica de las teorías sobre movimientos sociales, desmenuzando sus aportaciones y aplicándolas en un contexto dinámico exento de las rigideces que suponen el «corsé» de estar trabajando sólo con los actores políticos colectivos más volátiles de las arenas políticas, a saber, los movimientos sociales.

 

¿QUÉ OBJETAMOS DE DINÁMICA?
Pero además de lo arriba expuesto, una de las pretensiones más insistentes de los autores es la búsqueda de conexiones causales entre los «mecanismos», «procesos» y «episodios» antes señalados. Es precisamente en este punto dónde ha aparecido un amplio debate en la Academia (ver en esta línea el vol. 8, nº 1, de la revista Mobilization, de 2003) que se cuestiona la forma en que Dinámica pretende operacionalizar dicha causalidad ya que, tal como dicen los autores, el objetivo es (1) identificar mecanismos causales clave que son recurrentes en una amplia variedad de contiendas, sus combinaciones y las secuencias en que aparecen (p. 40); (2) establecer paralelismos parciales e iluminadores y usarlos para identificar procesos causales y recurrentes (p. 37); y (3) todo ello a través del estudio atento de diferentes episodios. Pues según McAdam, Tarrow y Tilly:

«Cada mecanismo implica las mismas conexiones causa-efecto inmediatas en cualquier lugar y tiempo en que concurra. Pero las trayectorias y los resultados de los episodios en su totalidad son diferentes porque las condiciones iniciales, las secuencias y las combinaciones de mecanismos forman un compuesto que produce efectos globales variables.(... ) los analistas de la contienda política tendrán que llegar a dominar la complejidad de las condiciones iniciales, las secuencias y las combinaciones» (p. 140).

Y es que si bien los autores, tal como exponen en las conclusiones (p. 339), están convencidos de que en Dinámica se ha presentado un programa de investigación centrado en la detección de mecanismos y procesos sólidos en los episodios contenciosos, y que han armado un modelo aplicable a todos los episodios mostrando que existen unos mecanismos y procesos similares que desempeñan un papel significativo y que producen unos resultados globales diversos en función de su secuencia, combinación y contexto, parece que algunos estudiosos de la acción colectiva manifiestan alguna reserva a esta pretensión, tal como así lo expresan en la revista Mobilization antes citada.

La mayor crítica que se hace a Dinámica es la dificultad de establecer secuencias lógicas y claras de «concatenación causal» entre los mecanismos y los procesos. Pues de los dieciocho casos analizados se infiere una gran cantidad de mecanismos dónde sólo el de la «correduría/ mediación» se repite mientras que el resto de ellos sólo se encuentra -como mucho en cuatro de los dieciocho. En cuanto a los procesos, la obra dice al final que sólo hay tres de sólidos y claves y que éstos sí aparecen en una amplia variedad de episodios (que son las unidades de estudio). Estos procesos son: (1) la construcción de nuevos actores políticos y de nuevas identidades en los episodios contenciosos; (2) la polarización de grupos políticos, que es la ampliación del espacio político y social entre los reivindicadores presentes en un episodio contencioso, con una gravitación hacia los extremos; y (3) el cambio de escala de la contienda política, que es el cambio en número y en el nivel de las acciones contenciosas coordinadas que conduce a una contingencia más generalizada.

Por otro lado, la obra prologada fue esperada con gran expectativa por la comunidad académica ya que agrupa, como dijimos, a tres de los más destacados y prolíficos estudiosos de los movimientos sociales contemporáneos (Charles Tilly, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Columbia, Doug McAdam, profesor de sociología de la Universidad de Stanford, y Sidney Tarrow, profesor de gobierno y sociología de la Universidad de Cornell) y sintetiza gran parte de los debates elaborados en el seminario, financiado por la Mellon Foundation y auspiciado por el Center for Advanced Studies in the Behavioral Sciences de la Universidad de Stanford, sobre contienda política que éstos dirigieron y que duró tres años.

Así las cosas, un sector de la Academia especializada en el estudio de la acción colectiva considera que la obra no resuelve todos los dilemas que plantea. Sin embargo, al margen de que no resulta del todo exacta la crítica anterior, otro grupo de estudiosos ha convenido en señalar que el valor de Dinámica es sobre todo, su talante provocador. Quienes redactamos este Prólogo nos situamos en esta segunda posición, y preferimos tomar prestada la idea de McAdam, Tarrow y Tilly cuando exponen que Dinámica es, sobre todo, un punto de partida. De un atrevido, pero sugerente y al tiempo riguroso, punto de partida. Y ojalá hubiera más atrevidos en la Academia. Eso.

Pedro Ibarra, catedrático de ciencia política de la Universidad del País Vasco
Salvador Martí, profesor de ciencia política de la Universidad de Salamanca

 

Índice

Lista de figuras y tablas XI

Nota del traductor.          XIII

Prólogo a la edición castellana (Pedro Ibarra y Salvador Marti)    XVII

Prefacio y agradecimientos.        XXV

Abreviaturas       XXXI

Primera parte :

¿Cuáles el problema?

  1. .Cual es el objeto del griterío? 3
  2. Lineamientos de la contienda política 41
  3. Comparaciones, mecanismos y episodios 79

Segunda parte :

Tentativas de solución

  1. La movilización según una perspectiva comparativa 99
  2. La acción contenciosa. 137
  3. Las transformaciones de la contienda 177

Tercera parte :

Aplicaciones y conclusiones

  1. Las trayectorias revolucionarias . 213
  2. Nacionalismo, desintegración nacional y contienda política 251
  3. La democratización contenciosa 293
  4. Conclusiones 339

Bibliografía         385

índice onomástico y de materias               401

 

 

 

Leer más…