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Explorando Los Límites De La Privatización. Ronald C. Moe.

Cuando los historiadores de la administración estudien dentro de algunos años el decenio de 1980, probablemente concluyan que la "privatización" fue el concepto que más influencia ejerció durante toda la década. Sus estudios presentarán, sin duda, la administración pública como algo profundamente alterado por varias ideas que, en conjunto, han llegado a llamarse privatización. Es probable que estos mismos historiadores concluyan que la administración pública, como campo intelectual y profesión, se hallaba en plena desorganización y decadencia, con relativamente poca capacidad de dirigir su propio destino durante dicho periodo. En resumen, esta no será una lectura agradable para los representantes de la administración pública.

La privatización tiene sus raíces intelectuales en la teoría económica del libre mercado, y sus promotores tienen una cosmovisión que tolera pocas limitaciones. La administración pública, como campo de estudio que no comparte la perspectiva de los economistas del libre mercado, primero no hizo caso y luego se opuso al desafío de la privatización. La resistencia ha solido tomar la forma de tácticas defensivas contra propuestas específicas, en lugar de considerar el desafío de la privatización como oportunidad de crear una posición teórica abarcadora que justificara el carácter distintivo del sector público. En este trabajo nos proponemos mostrar que los administradores públicos han sido actores relativamente secundarios en el continuo drama de la privatización, porque ya no tienen la capacidad de basarse en sus propias raíces teóricas e intelectuales. Y estas olvidadas raíces de la administración pública pueden encontrarse en su tradición del derecho público.

El Yunque, su pensamiento.

La vigencia de la Organización Nacional del Yunque, al cabo de casi medio siglo, tiene el mérito de haber contado con personajes hábiles para persuadir, en coyunturas de crisis, a sectores sociales irritados con determinadas decisiones y acciones del gobierno priista o de la izquierda.

De hecho, su aparición y desarrollo, salvo descalabros coyunturales —como el movimiento estudiantil de 1968, que produjo un éxodo de la unam—, obedece a que se han contrapuesto a sectores de la izquierda, incluyendo a los sectores progresistas de la Iglesia, antes y después del Concilio Vaticano II, en los sesenta.

El grupo compacto que actualmente jefatura la Organización Nacional del Yunque y que ocupa posiciones clave en el pan tiene una historia sobre todo a principios de los sesenta, aunque es en los setenta y los ochenta que adquiere una solidez suficiente para controlar un amplio sector del pan.

Síntesis Efectiva.

«Para gobernar bien hay pocas

reglas generales y pocas

precauciones seguras: se siguen

los tiempos y las coyunturas, y

ésto según la prudencia y

la perspicacia de los gobernantes»

 

La Bruyere

 

El Frágil Equilibrio de la Democracia. Julieta Guevara Bautista.

Cuando las sociedades eran simples y pequeñas, el poder político se manifestaba claramente en el jefe, señor, caudillo, o rey y, sobre todo, en su posibilidad para imponerse sobre los demás por la fuerza. Hoy, en las complejas sociedades tecnológicas el poder político tiene mil caras: se presenta desde como capacidad para tomar decisiones de inversión, hasta como habilidad para influir en la opinión pública.

 

Este carácter multifacético del poder político determina que la democracia contemporánea requiera de todo un complejo institucional y de ciertas condiciones socioeconómicas que en un frágil equilibrio le permitan "mantenerse democrática".

El Derecho a Conocer la Historia. Norberto Galasso.

Tanto la Constitución Nacional, como diversos pactos internacionales, reconocen a todo ciudadano  un conjunto de  derechos, que se han venido ampliando con el transcurso del tiempo. Sin embargo, a veces se aduce, con razón,  que esos derechos, reconocidos por la ley y por la opinión mayoritaria de la sociedad, las más de las veces no pueden ser ejercidos concretamente, especialmente dada  la desigualdad social reinante: la auténtica libertad de prensa requiere ser dueño de un diario, el derecho a  transitar depende del dinero para pagar el pasaje, etc.

Si ahondamos la cuestión, podríamos sostener también que el verdadero ejercicio de esos derechos exige, como condición para quien los ejerza, el conocimiento de  quién es él mismo,  cuál es el país en que vive y cuál el rol que debería desempeñar para el progreso suyo y de sus compatriotas.

Pero, para ello, es obvio que debe conocer profundamente la historia del país, a la luz de la cual se tornará comprensible su propia vida. Si, por el contrario, desconoce los rasgos fundamentales de la sociedad en que vive y las razones por las cuales ella es como es, puede resultar que ejercite sus derechos de una manera tan errónea que contraríe  los propios objetivos que busca concretar. Por ejemplo, quien suponga  que los latinoamericanos son abúlicos y perezosos -por motivos raciales- desconfiará seguramente de aquellos “oscuramente pigmentados” y los denigrará, cuando, sin embargo, la verdadera historia le demostraría que ellos  fueron los soldados de la independencia y que  dieron su vida a movimientos políticos que provocaron un fuerte progreso de nuestros países.

El derecho de conocer la Historia Argentina  resulta, pues, indiscutible para todos los habitantes del país, como instrumento fundamental para conocer quiénes somos, dónde estamos y hacia adónde vamos.

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